Verdades sobre los plásticos | La Nación


La contaminación causada por plásticos es uno de los problemas más serios que enfrenta la humanidad. Con algún grado de éxito, los productores y las industrias globales lograron desviar la atención de esta situación. ¿Nos lavaron el cerebro? ¿Ignoramos una crisis ambiental sin precedentes o, simplemente, no tenemos otra alternativa?

La producción, consumo y uso de plásticos comenzó en la década de los 50. Desde entonces, ha sido altamente rentable, con ganancias anuales de $598.000 millones, un crecimiento promedio en la producción anual del 3,6 % y con perspectivas de duplicarse o triplicarse en el 2050.

Los grandes productores son Dow y Exxon Mobile. ¿Les suenan familiares? Pues sí, la industria petroquímica ha colocado sus apuestas en los plásticos, al fin y al cabo, un producto químico, con efectos en el cambio climático.

Cada día se consumen más combustibles fósiles para producir plásticos. Los datos indican que de aquí al 2050 el 30 % del gas, carbón y petróleo del mundo será utilizado para producirlos.

Un estudio publicado en febrero confirma lo que MarViva y muchas otras organizaciones mundiales hemos señalado: la industria global del plástico ha mentido con el fin de mantener fuera de la discusión decisiones que disminuirían sus ganancias millonarias, a costa de dañar seriamente la salud de las personas y el ambiente de forma irreparable.

La primera mentira es que los plásticos son reciclables. Después de 70 años de sostenerlo, los datos confirman que más del 91 % no se reciclan, ya que no es rentable ni técnicamente viable.

En países desarrollados, el reciclaje ha consistido, sobre todo, en el comercio desde sus países hacia naciones del sur global con el fin de que sean incinerados o mal gestionados, y en un porcentaje muy bajo, para ser verdaderamente reciclados.

Esta dinámica, conocida como colonialismo de la basura, contribuye a la conflictividad socioambiental y la inobservancia de derechos humanos, confirma el relator especial de las Naciones Unidas sobre sustancias tóxicas y derechos humanos. El ciclo, en sus distintas fases, es una amenaza mundial para los derechos fundamentales.

Lo más peligroso y descabellado es que el reciclaje, cuando es posible, aumenta la toxicidad y los riesgos de dañar la salud, en especial de las poblaciones más jóvenes, quienes son más vulnerables a los disruptores endocrinos, sustancias químicas permanentes y otras miles de sustancias químicas presentes en los plásticos.

Otra mentira es que no son tóxicos. La industria insiste en que los plásticos son inocuos, aunque reconoce que se ven feos en el ambiente y es un problema de “cultura”. Le han llamado mito a la afectación que causan los plásticos en la salud.

La ciencia es clara. Estamos tomando y comiendo microplásticos. Está confirmada su presencia en la sangre, las heces, la placenta, la leche materna y el semen.

En marzo, estudios clínicos constataron que los microplásticos en la sangre aumentan cuatro veces la probabilidad de males cardíacos y el riesgo de muerte. Influyen en el desarrollo físico y mental y están compuestos por más de 4.000 sustancias químicas peligrosas para los seres humanos.

La tercera mentira es que es un gran aliado de la lucha contra el cambio climático. Son los grandes productores, quienes dependen del consumo de más y más plástico, quienes suelen aseverarlo. Sin embargo, estudios científicos evidencian que generan el 5 % de los gases de efecto invernadero (superior a la aviación), y con pronósticos de alcanzar el 25 % del presupuesto de carbono planetario y de todas las actividades, si aspiramos a mantenernos en los 1,5 grados Celsius planteados en el Acuerdo de París.

Con estos engaños o campañas de greenwashing, la industria del plástico promueve la economía circular, un nombre más elegante para impulsar exactamente lo mismo: reciclaje tóxico, peligroso e injusto, y desviar de nuevo la atención de las acciones necesarias que deben tomarse.

Recientemente, se llevó a cabo la cuarta sesión del Comité Intergubernamental de Negociación para el Tratado Global sobre Contaminación por Plásticos, con la presencia de miles de cabilderos de la industria química y de los Estados petroleros. Una negociación en el seno del sistema de las Naciones Unidas, donde se discute el acuerdo jurídicamente vinculante para poner fin a esta emergencia.

Considerando los perjuicios ambientales y sanitarios, debemos erradicar las mentiras y promover acuerdos ambiciosos, comenzando por un objetivo global y vinculante de reducción en la producción de plásticos primarios y la eliminación de sustancias químicas peligrosas, ambos pasos son necesarios para que las demás medidas acordadas se concreten de manera segura y justa para la ciudadanía en su totalidad.

El autor es coordinador de contaminación marina de MarViva.

Estamos tomando y comiendo microplásticos. Está confirmada su presencia en la sangre, las heces, la placenta, la leche materna y el semen.

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