Un Brasil sin alegría | Copa América 2024 | Fútbol


De los últimos nueve torneos oficiales desde 2010, sumados cuatro Mundiales y cinco Copas Américas, Brasil sólo ganó un título, en 2019, cuando se consagró campeón de América en un torneo organizado en su país. En el resto de las participaciones, la selección más seductora del siglo XX confirmó que atraviesa una crisis de identidad en el fútbol moderno: produce jugadores como ningún otro país en el mundo pero no traslada ese talento a los resultados de su selección. En ese gps brasileño que no encuentra las coordenadas, el 0-0 ante Costa Rica en su debut en la Copa América Estados Unidos 2024, este lunes por la noche en un estadio del siglo XXII, en Inglewood, el área metropolitana de Los Ángeles, tampoco dejó sensaciones auspiciosas para el equipo de Vinicius, tan perdido que salió reemplazado en el segundo tiempo.

El empate dejó a Colombia puntera del grupo D, tras su victoria 2-1 ante Paraguay, pero el gran ganador del lunes fue Costa Rica. A sus formidables campañas en los Mundiales Italia 1990 y sobre todo Brasil 2014, cuando terminó entre los 8 mejores, el fútbol tico siempre recordará esta noche: sumó un punto pero puede decirse que le ganó 0 a 0 a Brasil. En la sumatoria de remates al arco, claro, el pentacampeón del mundo arrasó: 19 a 2. Pero fue en vano. “Supimos mantener el 0 a 0. Hicimos un trabajo defensivo importante. Queríamos jugar de igual a igual pero Brasil te lleva para atrás. Somos la selección más joven de la Copa América”, dijo el capitán de Costa Rica, Francisco Calvo, del FC Juárez, de México, al finalizar una noche que ya está en la historia de su país.

Si los estadios de Estados Unidos quedaron bajo polémica por la calidad de su césped o por sus dimensiones al borde del reglamento, el de California podría haber sido acusado de tener desnivel: de tanto dominio brasileño de la pelota, pareció que el campo estaba inclinado hacia un arco. Los primeros 45 minutos terminaron con un 76% de posesión para el equipo de Dorival Júnior, casi todos jugados en la mitad del campo costarricense, pero de manera estéril, casi sin riesgo para Patrick Sequeira, el arquero de un equipo de la tercera categoría de España, el Unión Deportivo Ibiza, que reemplazó con solvencia a Keylor Navas, la leyenda que renunció a la selección luego de tres Mundiales y 114 partidos.

Dorival Junior, este lunes en el SoFi Stadium.
Dorival Junior, este lunes en el SoFi Stadium.CAROLINE BREHMAN (EFE)

El semáforo brasileño ya se prendió en amarillo en el capítulo inicial, cuando, de los nueve remates al arco, sólo dos fueron bajo los tres palos de Sequeira. También es cierto que Brasil llegó al gol con un toque de Marquinhos a la salida de un tiro libre de Raphinha, desviado en el primer palo con el hombro de Rodrygo, pero el VAR -tras tomarse un par de minutos para analizar la jugada- anuló el 1-0 por una milimétrica y polémica posición adelantada del defensor del PSG.

Con muy poco de Vinicius –por ahora más esplendoroso en el Real Madrid que en su selección-, y extrañando al lesionado Neymar –presente en las tribunas-, Brasil comenzó como para golear pero de a poco se consumió en la telaraña diseñada por Gustavo Alfaro, el entrenador argentino de Costa Rica que se siente cómodo cuando sus equipos no tienen la obligación de atacar. Los ticos se olvidaron de la pelota y se abroquelaron con un sistema de supervivencia, un 4-5-1 que dejó allá arriba, desconectado del resto de sus compañeros, al delantero Álvaro Zamora, del Aris Salónica de Grecia.

De a poco en el primer tiempo y definitivamente en el complemento, el partido entró entonces en una paradoja, la de un desarrollo aburrido por su juego sin brillo pero con un tono épico creciente, el de un equipo con nombres desconocidos para el fútbol del primer mundo que sostuvo la igualdad contra un conglomerado de estrellas. Pasaron los minutos, con la lentitud de horas para los costarricenses y la rapidez de segundos para los brasileños, y los muchachos del Herediano (como Haxel Quirós) o el Alajuelense (Jeyland Mitchell) mantuvieron su arco en cero contra figuras del Real Madrid (Vinicius o Rodrigo) o el Barcelona (Raphinha).

Al mismo tiempo, Brasil podría haber jugado sin arquero en casi toda la noche: aunque en algún momento del segundo tiempo las tribunas comenzaron a gritar “olé” ante una esporádica sucesión de pases costarricenses, el equipo de Alfaro no probó al arco de Alisson hasta los 34 minutos del complemento, cuando el arquero del Liverpool tomó la pelota con las manos por primera vez, aunque como un anticipo y no como un remate al arco. Pero entre el gol anulado a Marquinhos, un supuesto penal no cobrado por mano de Juan Pablo Vargas y un remate en el palo de Lucas Paquetá, ya a los 17 minutos del complemento, a Brasil se le empezó a oscurecer el panorama.

Fue natural entonces que, ya a falta de 20 minutos, Dorival Júnior decidiera el ingreso de Endrick, la joya de 17 años surgida en el Palmeiras que el Real Madrid comenzará a disfrutar tras la Copa América. Lo sorpresivo fue que, a pesar de su desangelada noche, el técnico sacara a Vinicius. También ingresó Martinelli, el delantero del Arsenal, pero ni toda la suma de cracks de la Premier League ni de LaLiga pudo ya contra el sistema ultradefensivo de Costa Rica, decidido a consumar su proeza, una de las mayores de su historia.

Con el hasta hoy desconocido Sequeira como figura, y a diez años de haber llegado a los cuartos de final del Mundial de Brasil –cuando perdió por penales con Holanda-, Costa Rica está dispuesto a más: si en 2014 eliminó a Italia e Inglaterra en primera ronda, ahora el equipo de Alfaro intentará repetir contra Colombia, este viernes. El pentacampeón del mundo, en cambio, sigue a la búsqueda de su estilo perdido. Un Brasil sin alegría que, si fuera por el color de su camiseta, a veces se parece a Suecia o Australia.

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