El seleccionador de Inglaterra, Gareth Southgate, ha anunciado su dimisión, tras la derrota de su equipo en la final de la Eurocopa contra España. Southgate asumió las riendas de la selección inglesa en 2016 y ha conseguido llevarla a dos finales de la Eurocopa (ambas con derrota) y las semifinales del Mundial en 2018.
En el camino hacia la final de la Eurocopa, Gareth Southgate fue objeto de críticas y tuvo que rectificar sistemas (4-2-3-1, 4-3-3 y 3-4-2-1) y jugadores para intentar mejorar el mal juego desplegado por Inglaterra a lo largo del torneo. De sus seis partidos solo se podían calificar de potables el primer tiempo del estreno ante Serbia, apenas un tramo de 15 minutos en los cuartos de final ante Suiza y los primeros 45 minutos de las semifinales contra Países Bajos.
Inglaterra intentó dominar los partidos desde una posesión de balón alta (58,8%, la tercera del campeonato y algo superior a la de España, 57,6%), pero timorata, hasta llegar a la final de la Eurocopa y volver a caer en la lucha por el título. Ese ha sido el final de Southgate como seleccionador.
La consigna de no arriesgar en los pases convirtió a Inglaterra en una selección previsible y poco afilada. Su fútbol ha tenido picos tan bajos que los propios hinchas ingleses arrojaron cerveza y abuchearon a Southgate y a sus futbolistas tras el empate ante Dinamarca (1-1) en el último partido de la fase de grupos. Jude Bellingham, con su chilena milagrera en el último minuto ante Eslovaquia en octavos de final, evitó la catástrofe. Desde ese partido en el que Foden llegó a confesar que se vio en casa “dando el biberón” a su hijo recién nacido, Inglaterra fue de menos a más, pero sin redondear una actuación completa.
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