Pol Arnau miró al banquillo: el Logroñés —militante de Segunda RFEF— no podía hacer más cambios. Era el minuto 106 del partido contra el Girona, y el portero Kike Royo había tenido que abandonar el campo en camilla con un collarín por una conmoción tras un choque con Cristhian Stuani. El lateral, de 19 años —y jugador del filial—, insistió a su entrenador, no convencido al inicio, aunque sorprendido después: él debía ser el elegido para defender la portería. Se calzó los guantes, la zamarra de Alex Daza, el otro portero de su equipo, y mantuvo a cero el marcador hasta la tanda de penaltis. Entonces, Pol miró al cielo. El primer tanto entró. En el segundo escuchó sus genes y detuvo el disparo de Abel Ruiz. Luego fallaría Stuani —con polémica sobre si finalmente el balón se coló o no entre los tres palos— para desatar la locura en Las Gaunas y la victoria del Logroñés en la segunda ronda de la Copa del Rey. Pol se convirtió en el héroe del equipo, de la afición, de la noche, quizás de la competición. Probablemente, también para su padre, Francesc Arnau, exguardameta del Málaga y del Barcelona, ya fallecido. Él le ayudó, como un ángel de la guarda, Pol lo tiene claro.
El lateral recordó a su padre cuando se puso bajo palos. “Lo tengo presente siempre, cada partido que juego, cada día. Tenía claro que él me estaba ayudando. Esto es gracias a él. Tengo un ángel en el cielo”, aseguró el joven a la Cadena Ser tras sus méritos, entre miradas al cielo, suspiros y la voz entrecortada. Un 22 de mayo de 2021 se conoció la noticia: Francesc Arnau había fallecido. Hacía apenas un mes los rumores le situaban en el proyecto de Joan Laporta para el Barcelona. Pero se quitó la vida. Tenía 46 años. Había estado siempre ligado al fútbol. Se formó en las categorías inferiores del Barcelona, y jugó en el primer equipo entre 1998 y 2001, para después fichar por el Málaga y proteger la portería durante diez años. Cuando se retiró, empezó a trabajar en las categorías inferiores del club andaluz hasta hacerse cargo de la dirección deportiva en 2015. En 2019 fichó por el Real Club Oviedo, y trabajó hasta el último día como director deportivo.
Con la exfutbolista María José Camacho tuvo dos hijos: Pol Arnau y Marc Arnau, de 21 años. Este último es portero del Mollerusa. Este miércoles, volvía de entrenar cuando se paró en un bar para ver los penaltis, con su hermano como gran protagonista. “He alucinado. Yo en la vida le había visto con unos guantes”, confesó Marc, feliz y emocionado, a RAC1. Porque la sorpresiva historia de Pol va más allá del penalti parado. El barcelonés es jugador del filial Logroñés, y debutó con el primer equipo en la victoria contra el Éibar en la primera eliminatoria de la Copa del Rey. Un estreno por todo lo alto: entró en el minuto 62 y anotó el gol clasificatorio en la prórroga. Contra el Girona salió de inicio en el lateral izquierdo, y terminó de portero para acabar salvando al equipo, que jugaba con uno menos sobre el césped. Y eso que Sergio Rodríguez, técnico del Logroñés, tuvo dudas porque al asumir que no le quedaban más cambios, tenía a otro jugador en mente. “Le he visto tan seguro que le he dado los guantes”, confesó después el entrenador. “Me he visto con confianza, sabía que podía hacerlo bien y ha salido, aunque si mis compañeros no hubieran metido los penaltis no estaríamos hablando de esto”, añadió el defensa.
Sus compañeros le mantearon depsués, y la afición enloqueció. “Es de las cosas más surrealistas que he visto”, aseguró el entrenador sobre la victoria. Pol se convirtió en el héroe inesperado que ha marcado la historia de esta Copa.
El teléfono 024 atiende a las personas con conductas suicidas y sus allegados. Las diferentes asociaciones de supervivientes tienen guías y protocolos de ayuda para el duelo.