Para entender el descenso de Elon Musk, hay que ver su paquete salarial de 46.000 millones de dólares


Pluma invitada

Para entender el descenso de Elon Musk, hay que ver su paquete salarial de 46.000 millones de dólares

Me parece que este paquete salarial fue malo para Musk.

Elon Musk no es solo otro multimillonario de Silicon Valley sin importancia. La mayoría de sus colegas inconsecuentes tienen dos logros principales: estar en el lugar correcto en el momento adecuado y ser lo suficientemente arrogantes para continuar el curso en vez de diversificarse. Si su lugar hubiera estado desocupado, alguien más lo habría ocupado y las cosas habrían seguido igual.

Tengo una recomendación para los accionistas de Tesla: voten que no.

Pero Musk cambió el mundo. Quería iniciar la descarbonización de la energía de la civilización humana. Y lo logró. Impulsó Tesla para crear la industria del vehículo eléctrico tal y como la conocemos. Sí, prometió más de la cuenta. Pero a menudo cumplió más de lo que prometió y, además, lo hizo con creces. Con la actuación de Tesla como inventor, proveedor e implantador de tecnología ocurrieron cosas realmente maravillosas.

Pero “ocurrieron” es tiempo pasado. Mucho ha cambiado desde 2018, el año en que Tesla ideó un paquete salarial poco ortodoxo que, en teoría, vinculaba el salario de Musk al rendimiento de la empresa. El problema es que el rendimiento no provino de fabricar autos de alta calidad o autos asequibles o autos a escala. El rendimiento fue para lograr que el precio de las acciones de Tesla subiera.

Me parece que este paquete salarial fue malo para Musk. Y, estoy seguro, fue malo para Tesla y, por extensión, y por mucho, para la lucha decisiva de nuestro país contra el calentamiento global. Ahora Tesla les pide a sus accionistas que vuelvan a aprobar este paquete salarial, que le daría a Musk la sorprendente cifra de 46.000 millones de dólares y lo convertiría en el hombre más rico del mundo, uno de los ejecutivos mejor pagados.

Tengo una recomendación para los accionistas de Tesla: voten que no.

El consejo de administración le prometió a Musk, a instancias suyas, que si lograba enriquecer al consejo y a los accionistas con el aumento del precio de las acciones, por cualquier medio, podría tener el 12 por ciento de la empresa. Sin embargo, creo que este paquete salarial contribuyó a que pasara de ser un líder empresarial visionario a un estrambótico pregonero. Y ese conjunto de incentivos y respuestas no debe ser validado.

Aquí necesito regresar un poco y explicarles lo que significan las acciones meme. El ejemplo clásico es GameStop, una empresa que gestiona unas 4000 tiendas de videojuegos y electrónica. A principios de diciembre de 2020 sus acciones cotizaban a 5 dólares, pero a fines de enero de 2021 alcanzaron la asombrosa cifra de 150 dólares. Musk se unió a la diversión con un tuit: “¡¡Gamestonk!!”, y dos días después las acciones se dispararon hasta los 483 dólares, antes de iniciar un largo y accidentado descenso. A principios de 2024, el valor era de casi 17 dólares por acción tras un desdoblamiento de cuatro por uno, muy por encima de los 5 dólares de 2020, a pesar de que nada había cambiado mucho en su negocio (en dificultades). Y un reciente resurgimiento de la manía por GameStop ha hecho que suba hasta los 30 dólares por acción.

¿Quién está detrás de toda esta locura? No es la gente que quiere invertir en una parte del negocio de Gamestop a largo plazo. Es más bien la gente que compra acciones de GameStop para adherirse a una idea, un meme, un movimiento cultural-tecnológico de algún tipo y unos cuantos que esperan enriquecerse haciendo lo mismo y vendiendo en la cima. Las manías y burbujas bursátiles del pasado implicaban a personas que creían que la empresa en cuestión sería rentable o, al menos, que podrían ganar dinero vendiendo sus acciones a un tonto mayor que ellos que acababa de llegar al mercado y seguía creyendo. Pero las acciones de GameStop llegaron a estar casi desconectadas de los estados de resultados de las 4000 tiendas GameStop.

Y lo mismo ha sucedido con Tesla. Ya no se trataba de mejorar en la fabricación de vehículos eléctricos de alta calidad para los que había una fuerte demanda. Para Musk, incentivado por su paquete salarial, solo se convirtió en el hecho de que el precio de las acciones debe subir.

Después de 2018, Musk apostó fuerte. Hizo ruido, sobre todo en Twitter. Todavía prometía demasiado, pero ya no cumplía en exceso; en cambio, pasó de un tema inalcanzable a otro para impulsar la asociación entre los memes y las acciones de Tesla. ¡Robots humanoides! ¡Cibercamiones! ¡Flotas de robotaxis de Tesla! Una supercomputadora de inteligencia artificial cuyo cerebro serían todos los Tesla inactivos del mundo, ¡conectados en red! Y el precio de las acciones se disparó hasta convertirlo en el hombre más rico del mundo, desde unos 20 dólares, más o menos, alrededor de 2018 hasta más de 400 dólares a fines de 2021, antes de comenzar un descenso irregular y a menudo interrumpido hasta sus todavía elevados 174 dólares.

Tesla siempre había tenido problemas de calidad de construcción. Pero solía tener un plan para solucionarlos. Y solía tener un plan para adquirir experiencia en la fabricación, aumentar la capacidad, introducir modelos para pasar de los enrarecidos mercados de los tecnoexperimentos y los autos de lujo al enorme mercado de lo que los estadounidenses consideran como su transporte básico. Pero parece que todo eso se ha desvanecido. La idea de que pronto habría un Tesla en verdad asequible para el mercado de masas pasó de muy pronto a quizá algún día. En su lugar tenemos el Cybertruck, para el que la demanda es bastante limitada porque no está preparado para hacer las cosas que la gente que utiliza camionetas necesita. Y mientras tanto, en China, las tecnologías de baterías Blade de BYD y la experiencia en procesos de fabricación de BYD crecieron a pasos agigantados.

A diferencia de GameStop, Tesla vende productos que son un poco más críticos para nuestro futuro que los juegos como Call of Duty. Para el mundo, Tesla ha sido nada menos que un faro de esperanza, una punta de lanza tecnológica de la transición del carbono hacia un futuro más sostenible con menos daños por el calentamiento global, a través de una rápida acumulación de vehículos y energía eléctricos. Para nuestro futuro común, el mundo necesita con urgencia volver a la Tesla de antes de 2018, cuando estaba creando el conocimiento de cómo diseñar y construir vehículos eléctricos a gran velocidad y con mucha eficiencia.

Una gestión centrada en el negocio real al que se dedica Tesla es mucho mejor para la sociedad que una gestión centrada en lo que el paquete salarial incentiva a Musk a centrarse en cada hora que pasa trabajando en la empresa: continuar la carrera de Tesla como una acción meme.

En 1936, John Maynard Keynes escribió, con la característica moderación británica: “Cuando el desarrollo del capital en un país se convierte en subproducto de las actividades propias de un casino, es probable que el trabajo esté mal hecho”. Votar a favor del paquete salarial validaría esta orientación, y es una maldita lástima, porque Elon Musk es de verdad consecuente. Y eso sí que es importante.

O tal vez los accionistas deberían votar a favor del paquete salarial por miedo: si Musk se considera traicionado, es posible que ya no dedique tiempo a hablar bien de Tesla y la cotización de sus acciones y, sin el encanto de las acciones meme, estas podrían tambalearse. Toyota fabrica autos de mayor calidad y sus ingresos en 2023 serán más de cuatro veces superiores a los de Tesla, pero su capitalización bursátil solo representa tres quintas partes de esta última. Hasta ahí podrían llegar las acciones de Tesla.

Pero yo creo que debemos aceptar la posibilidad de un dolor a corto plazo a cambio de una recompensa a largo plazo. Es casi seguro que Tesla representa la mayor parte de la fortuna de Musk. SpaceX representa la mayor parte del resto. Y SpaceX parece estar en muy buenas manos porque Musk confía en la tan competente Gwynne Shotwell que, como directora de operaciones de SpaceX, ha logrado la unión del fuego y el hielo, al construir una cultura organizacional que combina una asombrosa atención al detalle con la voluntad de experimentar más allá de los límites de lo que se creía posible. Ella demuestra que Musk puede tener un juicio empresarial mucho mejor. Es el juicio empresarial que Tesla necesita con desesperación. Ahora mismo.

c.2024 The New York Times Company



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