Nila Velázquez: Crecer en humanidad | Columnistas | Opinión



Al mediodía la puerta de la institución se abre y se cierra varias veces. Es la hora en que las voluntarias llegan para ayudar a las enfermeras, que no se alcanzan, para dar de comer a los asilados que no pueden hacerlo por sí mismos. No es lo único, ni lo más importante, que hacen ellas y todos los que realizan trabajo voluntario en la ciudad, que son muchos. En realidad son buscadores de una sociedad más humana, practican la justicia, la equidad, la solidaridad, el ejercicio activo de la participación ciudadana, del respeto a los derechos humanos y el bien común.

Los beneficios que tienen las personas de la tercera edad en Ecuador

Vivimos en una sociedad desigual en la que no todos tenemos las mismas oportunidades, son muchos los que padecen la pobreza, la desigualdad y la exclusión, a pesar de lo que dicen en lenguaje encendido y repetitivo los políticos que ofrecen que en su gobierno todo eso desaparecerá y tendremos un nuevo Ecuador. La decepción llega después, cuando constatamos que seguimos marchando en el mismo terreno y que cualquiera que sea la ideología que los candidatos dijeron tener, los resultados son semejantes: no todos los pobres van a la universidad, no tienen inmediata atención a sus problemas de salud, ni viven en casas adecuadas para una familia, tampoco tienen un trabajo que les permita cubrir sus necesidades básicas y menos tienen la oportunidad de participar en las decisiones que afectarán a la colectividad.

¿Vamos a ser espectadores o buscadores de un sistema justo, solidario, que no permita que se amodorre la esperanza?

En tanto, del voluntariado e iniciativas privadas han surgido las transformaciones. No se puede negar que la Junta de Beneficencia de Guayaquil, de Solca y, en su época, de la Liga Ecuatoriana Antituberculosa, han dado grandes respuestas a los graves problemas de salud que el Estado no podía atender. Sus beneficiarios han sido los ecuatorianos vulnerables que de otra manera no pueden acceder a su derecho a la salud, porque los servicios oficiales no son suficientes.

Impidamos el maltrato a los adultos mayores

El párrafo anterior muestra un ejemplo de a dónde puede llegar un voluntariado comprometido, cuyas acciones requieren dedicación, perseverancia y preocupación por los demás. Pero no se trata solo de trabajar sin recompensa alguna en el campo de la salud. Los voluntarios también actúan en otras áreas: educación, trabajo científico, defensa ambiental, emprendimiento, cultura, deporte, actividades recreativas, desarrollo comunitario, y logran transformaciones, pero la más importante es la propia transformación. Quien asume el voluntariado como un compromiso existencial nunca volverá a ser el mismo. Antes de escribir este artículo conversé con una voluntaria, quien al referirse a su trabajo en una institución me dijo con entusiasmo: “A mí me hace feliz, es la vida”.

El voluntariado fortalece la sociedad civil, pero no se trata solo de ayuda material sino de un acercamiento al otro, de conocer y entender su realidad y crecer en humanidad.

Gerontofobia

Tenemos motivos para desconfiar de nuestras instituciones, hablamos mucho de eso, pero las necesidades de la mayoría de ecuatorianos están ahí. Muchas iniciativas voluntarias han cubierto los vacíos que no llena la administración pública, podemos criticar y reclamar, pero ¿vamos a ser espectadores o buscadores de un sistema justo, solidario, que no permita que se amodorre la esperanza? (O)

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *