Partidos y movimientos políticos, que con la actual estructura legal proliferaron y se multiplicaron (más de 280), se alistan para el próximo proceso electoral y para ofertar los puestos en las listas de las elecciones presidenciales y legislativas de febrero del 2025, en medio de la indiferencia y aborrecimiento de los electores.
Con la nueva Constitución (2008) y el Código de la Democracia-Ley Electoral, el sistema político se deterioró, con el discurso demagógico desde el poder de destruir a los partidos que existían y que habían cometido muchos errores, pero una democracia no funciona a plenitud sin sólidas y verdaderas organizaciones políticas.
La promesa de cambio fue un cuento y el sistema político se prostituyó y se corrompió aún más, incluso con la proliferación de movimientos y la inyección de dineros calientes que no son controlados por el organismo electoral, con argumentos de vacíos legales.
Proliferaron los movimientos y con ello instauraron un sistema que divide los votos y facilita llegar a los cargos de elección popular, nacionales y locales, sin ninguna legitimidad y con porcentajes minoritarios. Ganan con un promedio del 25 por ciento, mientras el 75 por ciento pierde dividido, por miopía política y egoísmos personales.
No entienden la importancia de las alianzas, coherentes por cierto, y por las ambiciones individuales o de grupo persisten en la terquedad de ir solos, debido al negocio que representa elaborar las listas de candidatos y la ubicación de puestos, de acuerdo a los aportes entregados.
Las ideologías y las propuestas no importan. Quedaron sepultadas. Las ambiciones se imponen. Cuándo los electores les piden cuentas a sus representantes de los planes de gobierno que presentan al organismo electoral. Pura demagogia y letra muerta, y porque en las urnas ni siquiera reciben los votos de todos los que aparecen que respaldan con sus firmas para su legalización. Resulta que para el reconocimiento del movimiento presentan un número de firmas y en las elecciones no obtienen ni ese número de supuestos adherentes.
Aparecen las encuestadoras, salvo excepciones, que ilusionan y hacen el juego a los políticos interesados. Algunas incluso que incursionaron con éxito y luego ponen en duda sus resultados, ya bien instaladas en el mercado.
Mientras tanto, las organizaciones que tienen representación mayoritaria en la Asamblea pisotean las normas, atropellan los procedimientos y desafían al país con su agenda de impunidad a costa de cualquier cosa. Dan tribuna política a procesados penalmente por delincuencia organizada y que están presos e investigados, en contraste con la persecución a la fiscal general del Estado, que a su vez persigue a las bandas, el narcotráfico y la narco política.
Presionan al gobierno con llamados urgentes de juicios políticos a sus ministras, atropellando procedimientos legislativos en otras interpelaciones, en busca de doblegarlo para sacar de la cárcel a uno de sus líderes, que tiene dos sentencias condenatorias ejecutoriadas y otros procesos penales por presuntas graves irregularidades. A todo esto hacen el juego partidos y movimientos mezclados, que buscan espacio en el próximo proceso electoral. (O)