Mbappé y Yamal: Lesiones amistosas y discotecas | Fútbol | Deportes



En el centro de Estocolmo hay una discoteca con una sala privada llamada Ping-Pong. El lugar, como la mayoría de estos reservados nocturnos, permite a famosos y celebridades pegarse una juerga decente en condiciones discretas. Antes de entrar, por si acaso, es imperativo meter el teléfono en un sobre cerrado y recuperarlo solo a la salida. Todas esas precauciones, sin embargo, no sirvieron de nada, y la semana pasada terminó sabiéndose que ahí estaba Mbappé, justo la noche que su selección jugaba contra Israel y él se recuperaba de una lesión en el bíceps femoral. La misma que le impidió participar en dicho encuentro, pero no en el último que jugó de titular 70 minutos en el Real Madrid contra el Villarreal.

El mosqueo en Francia con Mbappé empieza a ser considerable desde hace tiempo. Los periódicos deportivos cuestionan su capitanía y la reclaman para otros jugadores más comprometidos. “Una selección a la carta para Mbappé”, criticaba l’Équipe en un editorial. Los índices de popularidad de la estrella más rutilante del firmamento del Real Madrid están por los suelos, más después de su marcha del PSG y su rechazo —o más bien del Madrid— a jugar los Juegos Olímpicos de París, pese a la petición formal del presidente de la República, Emmanuel Macron. Según un estudio realizado entre 1.005 personas de 18 años, de las cuales 434 son aficionados al fútbol, solo el 54 % de los franceses tiene una buena opinión del delantero, cuya popularidad ha caído 12 puntos en comparación con abril.

Ese dato le dará igual a él. Y a todo el que no siga la actualidad del glorioso Hexágono. Pero pocas horas después de que Mbappé saliera por su propio pie de la discoteca de Suecia, Lamine Yamal hacía lo mismo en la Nueva Condomina, pero cojeando tras un partido que antes solía llamarse amistoso y ahora se ha convertido en un negocio con unos márgenes superlativos para la UEFA. Cuando ya había sido desconvocado para el siguiente encuentro, Lamine mejoró y en el Barça solo preocupa ahora “el desgaste” sufrido y una “sobrecarga”. Lesiones amistosas podrían llamarse, porque al final cundió la sensación de que se trató de una suerte de acuerdo entre club y federación para proteger al jugador y equilibrar una peligrosa balanza que tiene muchos orígenes y varias consecuencias.

España es uno de los dos países europeos, junto a Chipre, que obliga por ley a los deportistas a acudir a las convocatorias de las selecciones con amenaza de castigo en caso de no asistencia. Se suponía que era por una cuestión económica, pero cada convocatoria destila un aire de patriotismo militar. El club y el jugador no tienen nada que opinar. Tampoco los médicos. Es lo que hay. Pero más allá de posibles contramedidas como huelgas o una revisión del calendario -la única manera de que pueda cambiar algo sería jugar todas las fases de las competiciones nacionales a final de temporada- los casos de Mbappé y Yamal abren otros horizontes. Si las federaciones no son razonables con los jugadores y continúa el abuso de confianza en la FIFA para ordeñar todavía más el negocio, todo comenzará a suceder en una zona gris en la que la salud del jugador será cada vez más relativa y su diagnóstico, como hemos visto, más opaco. Como esos reservados donde no pueden entrar teléfonos móviles.

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