Manchester City y Arsenal empatan en un duelo memorable marcado por la lesión de Rodri | Fútbol | Deportes



Con un gol en el minuto 98 salvó el liderato de la Premier el Manchester City, que rascó como local un empate (2-2) ante el Arsenal en un partido que se le escapaba. Fue un duelo memorable, una continua sucesión de acontecimientos, alguno de ellos impactantes como la lesión de Rodri, que se marchó al vestuario cuando aún no había transcurrido ni la mitad de la primera parte tras dar un mal paso que propició una hiperextensión en su rodilla derecha. Un desastre para el City porque fue irse su faro en el centro del campo y perder el control de un partido que viró hacia la idea que perseguía el Arsenal. La lesión de Rodri, que no tiene buena pinta, llega justo después de que deslizase su queja por la carga de partidos a la que están sometidos los futbolistas, pero pareció tener más que ver con el azar que con la extenuación. Ocurrió que en una pugna con Thomas por ganar la posición en un córner se trastabilló y en el mal gesto se fue al suelo para congoja de todos.

El partido circuló en una montaña rusa hasta su épica resolución. De inicio fue del City, que empezó mandón e hizo diana con la primera bala que tenía Haaland en el revolver después de que Bernardo Silva abriese la zaga con un movimiento hacia la banda que amplió la distancia entre los integrantes de la línea zaguera. Ahí, entre centrales, colocó un pase al espacio Savinho para el galope del exuberante ariete noruego, que definió sin fruslerías. El Arsenal palideció. Lo hizo aún más cuando apenas cinco minutos después, al cuarto de hora de partido, Gündogan envió un libre directo al palo con una rosca que sorteó la barrera. Pero poco después llegó la mala pisada de Rodri y todos cambiaron el paso.

El partido había empezado a trabarse y, tras una falta del City, el inefable trencilla Michael Oliver llamó a capítulo a los capitanes al círculo central. Tras recibir la regañina el portador del brazalete en el City, Kyle Walker, se volvió hacia varios de sus compañeros para pedirles cordura. En ese momento Oliver dio permiso para que el Arsenal sacase la falta, así que el equipo de Arteta se avivó para encontrar el espacio que Walker había dejado vacío. Y por allí diseñaron un ataque que culminó el lateral Calafiori con un remate que supuso el empate.

Walker le recordará a Oliver esa jugada durante toda la vida. Pasará también a la memoria de una sucesión de encuentros que ya confieren a los enfrentamientos entre City y Arsenal una vitola de clásico contemporáneo. Guardiola contra Arteta, antes compañeros ante la pizarra, ahora rivales, siempre generadores de tendencias futbolísticas. En el equipo de Londres, por ejemplo, se muestra ahora una estrategia en los saques de esquina que se revela complicada de defender. En el Etihad la mostraron en dos acciones casi consecutivas preparadas para el remate del central paulista Gabriel Magalhaes. El plan consiste en acumular hombres en el área pequeña y abrir un espacio en el segundo palo para que entre el zaguero a rematar. Para que todo salga bien hay que cumplir dos premisas: disponer de un sacador preciso, Bukayo Saka, y aplicar los bloqueos al portero con una mezcla de firmeza y disimulo. Martinelli hizo un trabajo fino, ocupó dándole la espalda a Allison el espacio por el que el meta debía de salir al despeje. El VAR lo estudió y no apreció pecado. Gabriel apuntó a la primera, que se le fue alta por un par de palmos, y envió la pelota a la red en la segunda.

Sin Rodri, en desventaja, con un partido que avanzaba entre empellones y sin el control de la pelota, el City avanzaba hacia el desastre. Pero casi de inmediato sucedió otro golpe de teatro: en la última jugada de la primera parte, Trossard cometió una falta sobre Bernardo Silva y tras ella desplazó la pelota. Oliver le mostró tarjeta amarilla, la segunda. Nunca en las Islas hubo una cultura por la que las amonestaciones fuesen tan baratas, pero la Premier ya no abandera el fútbol inglés de toda la vida: ambos equipos saltaron al campo con alineaciones integradas por jugadores de nueve nacionalidades diferentes.

El caso es que cuando se quedó con diez Arteta no tuvo dudas. Antes de regresar de la caseta ya había activado a Ben White, que se había quedado de inicio en la reserva, para conformar una línea trasera de cinco hombres que en realidad fue de seis porque Martinelli se colocó como lateral izquierdo. Con un 1-6-3 se fajó el Arsenal para echar el candado ante el monólogo del City. Levantó una muralla que semejó un homenaje a Nereo Rocco y cuando algún cascote se caía allí estaba David Raya, el portero en mejor momento de la élite, para reparar desperfectos.

Guardiola buscó recursos a su izquierda. Encontró a Foden, Grealish y a Stones. Buscó centros y disparos lejanos, apenas tuvo caminos hacia Haaland, que transitó siempre en hora punta, rodeado de todo tipo de tráfico. Todo derivó hacia un epílogo vibrante, con el City desesperado y el Arsenal celebrando cada éxito defensivo como si ganase la Copa del Mundo. Hasta que en la última jugada, con los diez jugadores del Arsenal por detrás del punto de penalti, Stones convirtió una melée espontánea, el City salvó el invicto y sigue camino de los dos años sin perder un partido de liga en su estadio, feudo en el que el Arsenal no gana desde enero de 2015.

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *