Pedro Sánchez ha demostrado ya muchas veces que se siente cómodo adentrándose en caminos que otros todavía no se habían atrevido a explorar. Lo hizo varias veces como líder de la oposición, lo ha hecho desde el Gobierno central en política interna, y ahora lo está practicando en política internacional.
España se convirtió ayer en la primera potencia mundial occidental en reconocer a Palestina como un Estado. Ningún país del G-7 ha dado hasta ahora este paso, igual que no lo ha hecho ningún país fundador de la UE.
Esto tiene otra derivada, como ha advertido Israel: España se ha convertido en una potencia que le ha enfadado seriamente. Habrá que ver si las consecuencias son también solo palabras.