Justicia injusta | Cartas al Director | Opinión



Mi nombre es Vicente de Jesús Cruz Ordóñez, profesor jubilado de la Universidad de Guayaquil y poseo los títulos de cuarto nivel de Psicología Clínica y doctorado en Ciencias y Educación con especialización en Psicología. Mi caso es conocido y será la última vez que escriba sobre lo mismo.

Aunque usted no lo crea

Cuando me sucedió el hecho abominable no consideraron que era un individuo de 70 años, vulnerable, y el director de Urología de un hospital conocido en el sur de Guayaquil, acompañado de un anestesiólogo y alumnos, aprovecharon que mi cuerpo se encontraba con anestesia raquídea y anestesia general, en total inconsciencia, y fui utilizado por él y los alumnos como objeto didáctico, para práctica docente. En este procedimiento me perforaron la cúpula vesical, perdí la vejiga, que hoy sirve como criadero de bacterias y virus, los que periódicamente me provocan infecciones, una de ellas ocasionó una sepsis que me tuvo al borde de la muerte en UCI por diez días. No pude caer en peores manos, todo adormecido me enviaron a un cuarto con hemorragia externa e interna. En otro momento me perforaron el abdomen y con nueva hemorragia me regresaron a la pieza. Sufriendo terribles dolores tuvieron que pasar muchas horas para que consigan mi pase a una institución privada. Después de esto desapareció la historia clínica y no consta en ninguna parte el acto criminal del que fui objeto.

A pensar en la sostenibilidad del IESS

Los jueces, después de años, sentenciaron a mi favor diciendo que se me reconozca como indemnización por responsabilidad objetiva del Estado una cantidad que esté de acuerdo con los daños físicos y psicológicos, producto de la deficiente atención médica y psicológica que he recibido como paciente. Por efecto de mis constantes intervenciones quirúrgicas y una de ellas, talla vesical, realizada en 2017 cuando abrieron una incisión por la cual ingresa una sonda con balón para eliminar orina, que me invade el cuerpo y que la llevaré hasta mi muerte. El juicio fue enviado a Quito, al Tribunal de Casación, quienes en su resolución niegan cualquier indemnización porque no han presentado facturas de compras de medicinas, insumos médicos y gastos de atenciones privadas en más 4.800 días. Es de considerar que habrá gastos hasta el último día de mi vida. Toda mi descripción parece el formato de un crimen perfecto en el cual, habiendo criminales reconocidos por sus nombres, nunca se los nombra como autores. Los abogados del IESS pasan como cómplices y me da la idea de que los jueces de casación encubren a autores y cómplices. Todo esto lo manifiesto en pleno uso de mis facultades mentales. Con deudas por medicinas tengo la mala suerte de que la universidad no nos paga la jubilación complementaria. (O)

Vicente de Jesús Cruz Ordóñez, Guayaquil

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