Haaland mete siete goles en tres partidos y el City vuela en la Premier | Fútbol | Deportes


Erling Haaland sumó siete goles al cabo de la tercera jornada de la Premier. A sus 24 años, el noruego vuelve a volar en los desmarques en profundidad y añade a su juego matices que ayudan al Manchester City a reunir más jugadores en los carriles interiores, justo ahí donde los rivales concentran más defensores y redoblan su energía defensiva. La aparición del noruego en esas zonas para tocar rápido y volver al área resultó agotadora para el West Ham de Julen Lopetegui, uno de los equipos que ha conformado mejor plantilla en esta Premier, condenado este sábado a encerrarse, a sufrir y a perder.

West Ham

1

Areola (Fabianski, min. 45), Konstantinos Mavropanos, Emerson (Coufal, min. 70), Max Kilman, Wan-Bissaka, Mohammed Kudus, Jarrod Bowen (Crysencio Summerville, min. 85), Guido Rodríguez, Edson Álvarez (Tomas Soucek, min. 77), Lucas Paquetá y Michail Antonio (Füllkrug, min. 70)

3

M. City

Ederson Moraes, Gvardiol (Walker, min. 87), Rúben Dias, Manuel Akanji, De Bruyne (Aké, min. 87), Rico Lewis, Kovacic, Bernardo Silva, Erling Braut Haaland, Jeremy Doku (Gündogan, min. 68) y Grealish (Matheus, min. 72)

Goles 0-1 min. 10: Erling Braut Haaland. 1-1 min. 19: Rúben Dias (p.p.). 1-2 min. 29: Erling Braut Haaland. 1-3 min. 83: Erling Braut Haaland.

Árbitro Michael Oliver

Tarjetas amarillas De Bruyne (min. 43), Emerson (min. 60), Max Kilman (min. 62), Guido Rodríguez (min. 75) y Manuel Akanji (min. 90)

Pep Guardiola advirtió esta semana que Haaland regresó de las vacaciones mejor que nunca. Sin las rémoras de la lesión de cadera que le mermó en 2022, más fresco mentalmente que en el verano de 2023, y más integrado en la presión y en el juego de asociación con los centrocampistas, sin que ello menoscabe su vocación desaforada por atacar la profundidad. “No quiero que pierda ese sentido de ir hacia el gol”, dijo Guardiola, que antes de viajar a Londres celebró las cifras “ridículas” del noruego en lo que va de temporada. El delantero que desde hace dos años pulveriza todos los récords de anotación de la liga inglesa sumaba cuatro goles en dos jornadas de Premier y se disponía a dar un paso más allá. Lo dio este sábado en el London Stadium, sede del West Ham, con un hat trick. Escoltado por un Bernardo Silva omnipresente, Haaland hizo todos los goles del City. El 1-3 coloca al equipo de Manchester en lo alto de la tabla, dos puntos por delante del Arsenal, que perdió sus primeros puntos ante el revelador Brighton (1-1). La expulsión de Declan Rice dilapidó la ventaja inicial de 1-0 y Joâo Pedro selló el 1-1.

“Nunca se sintió tan bien”

“En la temporada pasada, Erling nunca se sintió físicamente tan bien como ahora”, explicó Guardiola tras el encuentro. “Sufría un cansancio muscular que le pasó factura, por ejemplo, en los controles cuando jugábamos contra equipos cerrados que no nos permitían actuar con espacios. Con espacios a la espalda de los centrales Erling es imparable. Pero en espacios reducidos en el último tercio necesitamos una precisión que nos faltó”.

El City dio síntomas de avanzar en el buen camino este sábado. Especialmente cuando perdió la pelota, con Haaland como primer hostigador. “En este equipo tenemos una regla”, explicó Guardiola, “cuando hay que correr hacia atrás nadie debe preguntar a quién le toca. Primero corremos todos y después preguntamos: ‘¿Quién debió haber corrido?’. Erling es un ejemplo de esto. Esto define a nuestro equipo. Sin la pelota nos tenemos que ayudar entre todos. Aquí no hay ocho jugadores que corren para tres estrellas. Aquí tenemos que correr entre todos, especialmente contra este West Ham que tiene tantos atacantes capaces de generarte peligro a la contra como Paquetá, Antonio, Kudus, Bowen…”.

Si el City presiona bien, produce una reacción en cadena. A mayor energía dedicada a luchar por la pelota, más adrenalina se libera, más se concentran los jugadores, y mejor se ordena el equipo para atacar. Bernardo Silva, jugador de corpulencia insignificante, fue la bandera de la presión en Londres. Pegajoso como pocos, inagotable, ubicuo, acechó a Lucas Paquetá desde el comienzo del partido. A los diez minutos intuyó que el jugador más estratégico del West Ham se encontraría en apuros para controlar el pase de Emerson y se le adelantó robándole la pelota frente a su área. El pase a Haaland se sintonizó con el desmarque del delantero, que se metió entre Mavropanos y Kilman, los centrales, antes de la definición.

El 0-1 empujó al West Ham a la depresión psíquica. Durante la hora que siguió, el equipo de Lopetegui tuvo que luchar contra la sensación de que todo esfuerzo sería inútil. Se advirtió en la presión débil que hizo en campo rival, en el aire abrumado conque formó el bloque bajo, y en la agonía conque contragolpeó, por más que al cabo de una de esas carreras esporádicas un centro de Bowen acabó en gol en propia puerta de Dias.

Silva y De Bruyne, directores sublimes

Relativamente desahogado para pensar, Kovacic reemplazó con solvencia a Rodri, que sigue de baja. Lo auxiliaron De Bruyne y Bernardo Silva, que no es poco. El belga y el portugués han alcanzado un nivel y una consistencia únicas en el fútbol actual. No hay nada igual a esta pareja. Hábiles para salir de la presión desde su propio campo, jugando rápido y fácil desde las posiciones de los interiores, trabajaron el telar del juego hasta componer un tapiz de pases como signos de un código que impuso un orden armónico. A su alrededor giraron Grealish desde el extremo izquierda, Doku desde el extremo derecho, y Lewis metiéndose desde el lateral derecho al mediocampo en una sucesión infinita de combinaciones y permutas de posiciones. De Bruyne y Silva marcaron los tiempos de cada maniobra y ellos mismos jugaron alternativamente en cada uno de los cinco carriles del ataque. Insertado en la sinfonía, Haaland hizo rugir los timbales.

El 1-2 fue una obra maestra de la asociación a un toque por el nódulo de presión del West Ham. En una jugada que se inició con una descarga de Haaland en el mediocampo, acabaron juntándose Grealish, Silva, Kovacic y Lewis en diez metros cuadrados en la frontal del área y del desconcierto que armaron en la defensa se aprovechó Haaland, que recibió con la derecha y fulminó con la izquierda. Corría la media hora de partido y al West Ham le esperaba un largo suplicio. La entrada de Gündogan en la segunda parte añadió tormento a Lopetegui.

Ni los arrebatos del excepcional Kudus, ni los últimos golpes del West Ham, herido en su orgullo, impidieron la victoria del City, coronada por el tercer gol de Haaland con otro desmarque en profundidad, esta vez para recibir un pase de Matheus Nunes. “Es lo que tiene que hacer, marcar goles”, lo elogió Guardiola, “pero hoy estoy muy satisfecho, especialmente con su juego, con su aportación en defensa y con los pases extra que nos ha proporcionado en ataque. Hoy podemos decir que la pretemporada ha concluido oficialmente y tras la ventana de la UEFA veremos cómo regresa y cómo se recupera para jugar tres veces por semana”.

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