La inflación promedio de los 38 países que conforman la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) se situó en un 5,7 % en febrero, y Costa Rica fue el único con inflación negativa (un -1,13 %).
Los países del G7 (Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y el Reino Unido) registraron una inflación promedio del 2,9 % en el mismo mes.
Encabezar el podio en la contención de la inflación ha sido motivo de alarde, pero poco se analiza si la situación empieza a resultar más bien un riesgo para la economía costarricense y si es consistente con los objetivos de la política monetaria.
El dato más reciente del índice de precios al consumidor (IPC) es un -0,52 % a abril, con lo cual se llega a 11 meses consecutivos de inflación negativa. El promedio de los últimos 12 meses alcanza el -1,45 % y un mínimo del -3,28 %.
Una situación similar no se presentaba desde junio del 2016, cuando durante 12 meses la inflación negativa promedió un -0,69 % y alcanzó un mínimo del -1,2 % en noviembre del 2015.
En economía se suele temer a los períodos de deflación (definida como la reducción de precios de forma continua y generalizada), debido a la espiral bajista de precios en que se puede caer.
Lo anterior consiste en que al estar bajando los precios cae la demanda, porque los consumidores posponen sus compras y, por consiguiente, los comercios se ven obligados a despedir empleados y disminuir los precios para incentivar el consumo. En síntesis, el crecimiento económico y la creación de empleo resultan afectados.
Las economías procuran una inflación baja y estable. Una inflación baja incentiva la inversión, puesto que es un indicador de estabilidad macroeconómica que infunde confianza y minimiza la incertidumbre.
Comprar una casa, constituir una empresa o invertir son decisiones tomadas cuando se sabe que los precios serán levemente más altos en el futuro; dicha expectativa es un aliciente para adelantar las compras y, por ende, impulsa la actividad económica.
Cabe aclarar que una inflación baja y estable no es sinónimo de deflación. Por ejemplo, la Reserva Federal de Estados Unidos, al igual que el Banco Central Europeo, fija su meta en un 2 %.
El Banco Central de Costa Rica (BCCR) tiene como objetivo una inflación del 3 %, con un rango de tolerancia del 2 al 4 %. Además, de conformidad con la Ley Orgánica del BCCR, su objetivo principal es “mantener la estabilidad interna y externa de la moneda nacional”, que se traduce en tener “inflación baja y estable”.
Las autoridades monetarias deberían, por tanto, propiciar un margen para reducir el riesgo de deflación y evitar caer en los peligros que esta supone para ofrecer cierta previsibilidad a los agentes económicos.
La autora es economista, especialista en gestión de riesgos y profesora universitaria.