El largo y sinuoso camino del socialismo


Por GABRIEL GASAVE

El curioso cometido de la economía es enseñar

a los hombres lo poco que realmente saben

sobre aquello que imaginan que pueden diseñar.

Friedrich August von Hayek

Publicado en 1944, Camino de servidumbre de Friedrich August von Hayek es un libro que nos acerca una formidable advertencia contra el totalitarismo, así como también una sólida defensa de la libertad individual y la economía de mercado. La obra es mucho más que un tratado político, es un minucioso análisis sobre cómo en la práctica una economía socialista tendría que enfrentar los desafíos económicos y sociales.

Es importante apuntar que por entonces Hayek desarrollaba su labor intelectual en un escenario marcado por dos catastróficas Guerras Mundiales, un creciente fervor socialista entre los círculos académicos y persistentes pronósticos que anunciaban la inminente crisis terminal del capitalismo.

Tal como el refrán que reza «El camino del infierno está empedrado de buenas intenciones«, atribuido al santo francés Bernard de Clairvaux, el libro comienza analizando cómo las ideas que promueven el colectivismo, si bien pueden estar entramadas con las nobles intenciones de crear una sociedad más justa y equitativa, indefectiblemente terminan conduciendo a la tiranía y la opresión, al concentrar tanto el poder económico como el político.

A ello se debe que Hayek haga hincapié en la indivisibilidad de la libertad, en la existencia de una estrecha relación entre la denominada libertad económica y la política, puntualizando que cualquier pretensión de restringir la primera eventualmente lleva a la supresión de esta última.

Hayek nos enseña cómo la planificación centralizada conduce a una asignación ineficiente de los siempre escasos recursos, cuyo corolario es el reino de las penurias y un nivel de vida paupérrimo. Nadie puede estar al tanto de todas las necesidades y preferencias de la sociedad de manera omnisciente, nos advierte este austriaco. Somos millones de personas y cada uno de nosotros poseemos apenas un conocimiento fragmentado y por ello, solo una sociedad en la cual impere la libertad individual, la propiedad privada y la economía de mercado, cimentada en aquella información que únicamente puede transmitir el sistema de precios relativos, es garantía de prosperidad y progreso.

En sus propias palabras “El orden extenso es un mecanismo capaz de recoger y aprovechar un vasto conjunto de conocimientos diseminados que ningún organismo planificador central está en situación de aprehender o controlar”.

Los individuos, prosigue, actúan respondiendo a esas señales que brindan los precios tomando decisiones de manera dispersa. Hayek contrasta de esta manera a la planificación centralizada con el concepto de orden espontáneo. Solamente, nos dice, los mercados libres generan resultados más eficientes y adaptables que cualquier bienintencionada decisión de una mente maestra.

En una entrevista realizada por Thomas W. Hazlett en 1977 para la Revista Reason, Hayek se explaya 33 años más tarde sobre este punto: “He dudado siempre de que los socialistas tuviesen una pierna sobre la cual pararse intelectualmente. Han mejorado su argumento de alguna manera, pero una vez que usted comienza a entender que los precios son un instrumento de comunicación y guía que incorporan más información que la que poseemos directamente, la idea entera de que usted puede lograr un orden casi igual al basado en la división del trabajo, por una simple dirección, se derrumba”.

En cuanto a la competencia, la misma es para Hayek un eficiente mecanismo para asignar recursos y estimular la innovación, a la vez que entiende que la intervención estatal en la economía distorsiona este proceso y genera ineficiencias. Hayek analiza también el rol del gobierno y la finalidad las leyes en la sociedad, propiciando el establecimiento de un gobierno limitado cuya principal función sea proteger los derechos individuales y hacer cumplir el orden público, es decir impartir justicia, en contraposición a uno que procura dirigir la vida económica y social de los ciudadanos de manera autoritaria y opuesta a un genuino Estado de Derecho.

Cuando en la entrevista mencionada se alude a su libro, que Hayek dedicó genialmente “A los socialistas de todos los partidos”, y su interlocutor lo interroga acerca de si la Gran Bretaña de entonces se encontraba irrevocablemente en el camino de servidumbre, Hayek respondió “No, no irrevocablemente. Ese es uno de los malentendidos. El camino de servidumbre pretendió ser una alerta: ‘A menos que usted repare sus caminos, se irá al diablo’. Y usted puede reparar siempre sus caminos”.

Ochenta años más tarde, Camino de servidumbre mantiene intacta su relevancia. Sus prédicas sobre los riesgos de la planificación centralizada, la crucial importancia de la libertad individual y los beneficios del libre mercado continúan impregnando los debates sobre el rol del Estado y la economía. No perdamos de vista la alerta que Hayek nos supo dar y sigamos bregando para que todos los caminos nos conduzcan a un solo destino, el de la libertad.

*El autor es director del Centro para la Prosperidad Global en el Independent Institute.

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