El ‘caravaggio’ de Madrid se vende a un particular y se expondrá nueve meses en el Prado | Cultura


El Ecce Homo atribuido a Caravaggio que apareció en una subasta en Madrid en marzo de 2021 ha sido vendido por sus dueños, la familia del político liberal Evaristo Pérez de Castro, a una persona que ha pedido permanecer en el anonimato. El nuevo propietario, a través de la mediación de Jorge Coll, portavoz de la familia y dueño de la casa Colnaghi (galería de arte antiguo), “cederá en préstamo temporal —nueve meses— esta obra maestra al Museo Nacional del Prado donde permanecerá expuesta en una instalación individual especial desde el 28 de mayo hasta octubre de 2024, mes en el que pasará a colgarse en el contexto de la exposición permanente”, como ha informado este lunes la pinacoteca en un comunicado.

La venta, de la que se desconoce la cantidad que ha pagado el nuevo dueño, ha contado con la aprobación de la Comunidad de Madrid, un requisito indispensable ya que la tela, que llegó a tener un precio de salida de 1.500 euros, está protegida como Bien de Interés Cultural por el Gobierno regional desde 2021. Este diario ha confirmado que la transacción también ha tenido el visto bueno de la Junta de Calificación del Ministerio de Cultura, el organismo dedicado, entre otras funciones, a estudiar los bienes que se pueden vender fuera de España. El cuadro, debido a esta protección, no puede salir del país y, por esta razón, Coll y el nuevo propietario de la obra, con residencia en España, han llegado a un acuerdo con el Museo del Prado para dejar el Ecce Homo en la pinacoteca.

Con este préstamo, el Prado se asegura albergar el cuadro sin haber desembolsado un euro, reafirman fuentes del Museo. Las negociaciones entre Colnaghi y la pinacoteca comenzaron a finales de diciembre de 2023 y se cerraron en enero de 2024, según las mismas fuentes. El contrato de préstamo temporal se ha establecido en nueve meses con la posibilidad de ampliar este plazo. “No hay una fecha de prescripción”, puntualizan desde el Prado. Habitualmente, la razón por la que se elige esta fórmula es para garantizar que las piezas depositadas se expongan en las salas.

Durante la negociación, según ha podido confirmar EL PAÍS, el propietario se aseguró que del 28 de mayo a octubre (no hay un día pactado) el cuadro se expondrá en una sala. Es decir, el Ecce Homo podrá visitarse en un espacio propio contiguo a la sala dedicada a los caravaggistas. En ese lugar exclusivo acompañará a la tela “contexto sobre la historia del cuadro desde su llegada a Madrid acorde con la notoriedad del mismo y su peripecia”, se limitan a decir por el momento desde el Prado.

El objetivo es que una vez cumplido este primer plazo que termina en octubre, la pieza se integre en el discurso del museo y cuelgue en el espacio dedicado al pintor y sus coetáneos. A finales de agosto, David vencedor de Goliat, de Caravaggio, uno de los dos cuadros del artista que tiene este museo, se retiró de sala, para una restauración que estaba prevista desde hacía años. La tela se volvió a colgar a finales de 2023. El futuro dirá si el Ecce Homo colgará al lado de esta pieza, según la intención del Prado. “Nosotros informamos de que estaba en Madrid y ahora lo mostramos, se cierra el círculo”, explican fuentes del Museo.

Desde el Ministerio de Cultura se felicitan por el nuevo episodio en la historia del Ecce Homo: “Es una gran noticia que se exponga y el público pueda verlo”. El papel de la cartera que lidera Ernest Urtasun ha sido, aseguran, periférico. La Junta de Calificación declaró el cuadro inexportable en 2021 para evitar que el cuadro saliera de España. Una vez se cerró la compra del cuadro, la familia Pérez de Castro y Coll avisaron a la Comunidad de Madrid y a Cultura para que ejercieran su derecho de tanteo sobre el precio propuesto, tal y como se establece en los Bienes de Interés Cultural. Ninguna de las dos instituciones lo ejerció.

El cuadro, atribuido en un primer momento al círculo de Ribera por los expertos de la casa de subastas Ansorena, hasta donde los Pérez de Castro llegaron para vender varias obras familiares, ha estado guardado en unos almacenes en Coslada, cerca del aeropuerto de Madrid, donde permanece, según ha podido saber EL PAÍS. En estos dos años, han pasado por esta nave expertos de todo el mundo para observar la obra y tratar de adjudicar su autoría a Caravaggio. Maria Cristina Terzaghi, una de las mayores expertas del mundo en el pintor, fue una de las primeras en asegurar en un informe científico que no tenía dudas de que se trataba de la mano del artista italiano.

El eccehomo en la sala Ansorena.
El eccehomo en la sala Ansorena.

Desde julio de 2022, en estos almacenes cercanos al aeropuerto, un equipo de restauradores liderado por el experto italiano Andrea Cipriani ha estado arreglando los desperfectos de la pieza. A su mando han estado especialistas como Claudio Falcucci y Carlo Giantomassi, otro relevante restaurador que participó en los trabajos de los frescos de Miguel Ángel en el techo de la Capilla Sixtina. Jorge Coll descartó el taller de restauración del Prado al considerar que se trataba de una parte interesada en la compra venta del cuadro.

Fue Miguel Falomir, director del museo, el que, en una visita al cuadro con representantes de la Comunidad de Madrid y la Academia de Bellas Artes de San Fernando, redactó en 2021 un informe en el que advertía de “dos importantes y alarmantes lagunas” sin pintura que en aquel momento dejaban a la vista la tela del cuadro en la zona de la cara de Cristo. Los especialistas del Prado detectaron cuatro “problemas”. Uno: la “gran acumulación de barnices hace imposible la visión de al menos un 40% de la superficie”. Dos: hay “gran cantidad de repintes y retoques”. Tres: se observan “desprendimientos de la capa pictórica que han dejado la tela al descubierto”, un “peligro” que “amenaza” con reproducirse en otras zonas del cuadro. Y cuatro: el refuerzo de la parte posterior de la pintura “ha perdido adherencia”.

En aquel momento, en una entrevista con EL PAÍS, Coll aseguró que “el estado de conservación” era “correcto”. “Necesita una conservación normal para un óleo barroco de hace cuatro siglos. Hay que quitar barnices, pequeñas reintegraciones”. El resultado final del trabajo del equipo de Cipriani se podrá ver en el Museo del Prado.

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