Editorial: Universidades constatan la crisis educativa


Según Isabel Román Vega, coordinadora del Informe del Estado de la Educación y persistente estudiosa del tema, Costa Rica vive la peor crisis educativa de los últimos 40 años. Es difícil contradecirla cuando universidades públicas y privadas hacen causa común para señalar las carencias de los estudiantes de primer ingreso. Unas y otras se han visto en la necesidad de impartir cursos de nivelación para ayudarles a superar el primer año, pero las destrezas no desarrolladas, sobre todo en el área de la lectoescritura, seguirán pasando la cuenta.

Antes del 2018, los análisis del sistema educativo, incluido el Estado de la Educación, señalaban significativos rezagos en diversas áreas, incluida la lectoescritura, base del aprendizaje. Los exámenes estandarizados nacionales y los internacionales, como las pruebas PISA de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), lo venían confirmando. Pero ese año, cayó el interruptor que dio inicio al apagón educativo.

Huelgas en el 2018 y el 2019, con larguísimas interrupciones del curso, fueron preludio de males mayores cuando la pandemia de la covid-19 obligó a vaciar las aulas, como en casi todo el mundo. La pandemia halló al país desprovisto de lo necesario para la educación virtual y, según el Banco Mundial y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), nuestros procesos de aprendizaje perdieron al menos dos años. En Latinoamérica, solo México y Ecuador corrieron una suerte parecida.

Al Ministerio de Educación Pública (MEP) le correspondía poner fin al apagón; sin embargo, los nacientes planes de nivelación académica fueron desechados con el cambio de gobierno y, desde entonces, reina la confusión. La mejor oferta escuchada hasta ahora para hacer la luz es una “ruta de la educación” alojada en la mente de la ministra Anna Katharina Müller, porque es “un proceso vivo” que no se plasma en un documento.

La ruta partió de la cancelación de las pruebas FARO y su sustitución por unos exámenes incapaces de aportar al conocimiento del estado de la enseñanza. Según los resultados de las nuevas pruebas nacionales, los alumnos fueron clasificados en las categorías básica, intermedia y avanzada, pero no hay una definición precisa del significado de cada una. La oscuridad persiste.

El IX Informe del Estado de la Educación se aproxima al problema con base en una diversidad de datos y entrevistas con maestros. Si hubiera duda del diagnóstico de las universidades, el 80 % de los educadores encuestados aseguran que los alumnos tienen menos conocimientos que sus pares antes del apagón. Escriben con demasiadas faltas de ortografía y no saben leer textos simples con fluidez, dicen seis de cada diez maestros.

Una atenta lectora del informe, Rosa Monge Monge, presidenta de la Unidad de Rectores de las Universidades Privadas de Costa Rica (Unire), señala la confirmación de los hallazgos por la evidencia empírica. “Los datos lo dicen: hay estudiantes de quinto grado que no saben leer y están pasando. Van al colegio y están ganando el colegio. Entonces, ¿cómo vienen esos muchachos a las universidades? Tenemos que hacer procesos de nivelación muy fuertes para lograr que tengan éxito académico”.

Claro está, mucho tiempo se pierde de camino y la nivelación en un par de semestres no siempre compensa las deficiencias acumuladas a lo largo de años, y eso sin contar los miles de estudiantes que no tienen la fortuna de ingresar a la universidad, o dejan, frustrados, el sistema educativo. Los esfuerzos de las universidades son loables, pero la única solución verdadera es la recuperación de la educación pública, pilar del contrato social costarricense.

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