Democracia activa en la Asamblea y los municipios



La elección, el miércoles, del Directorio legislativo, incluyendo el tercer período presidencial de Rodrigo Arias, fue un ejemplo de democracia activa. Destaco, primero (excepciones aparte), la capacidad de negociar de los partidos, o sectores de estos, que dio gran fluidez al proceso: ningún cargo tuvo que votarse más de una vez. Pero tanto o más importante es que, sin descuidar factores o ambiciones personales, la convergencia estuvo enmarcada por dos relevantes propósitos: la defensa de la institucionalidad y las iniciativas orientadas hacia la agenda social y de seguridad.

Mientras se desarrollaba esa dinámica, otra, de enorme huella territorial y trascendencia democrática, se produjo en las 84 municipalidades del país: la toma de posesión en las alcaldías y la distribución de cargos en sus concejos. Me atrevo a calificarlas con tres sustantivos: renovación, civismo y negociación.

Renovación porque, como resultado de los límites a la reelección aprobados hace dos años, en 59 municipalidades asumieron 37 alcaldes y 22 alcaldesas nuevos (esto último, un récord) y bajaron la edad promedio del cargo. Además, 25 partidos cantonales ganaron la presidencia de los concejos, otro récord.

Civismo y negociación van de la mano. Ante la multiplicidad de divisas partidarias de los 518 regidores titulares, en la mayoría de los concejos fue necesario alcanzar acuerdos para escoger sus presidencias. Al repasar el carácter plural de las respectivas alianzas, la conclusión es que prevalecieron amplias cuotas de respeto y entendimiento. Ahora el reto es convertirlas en palancas para la gobernabilidad local.

Todo lo anterior contrasta con un Poder Ejecutivo que intenta superar u ocultar su debilidad política e impericia administrativa no con la búsqueda de acuerdos, sino con una estrategia de confrontación, polarización, irrespeto e imposición. Tal actitud se reflejó de nuevo ayer, durante el discurso del presidente Chaves en la Asamblea.

Los riesgos de su ruta son conocidos, y no me extrañaría que se incrementen en los dos años restantes. Ante ellos, además de la solidez institucional, un gran acicate ciudadano es, precisamente, la profunda vocación —y acción— democrática que se puso de manifiesto el 1.° de mayo. El gran problema inmediato es que el presidente aún no ha demostrado entenderla.

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X (anteriormente, Twitter): @eduardoulibarr1

El autor es periodista y analista.

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