Hay 5.000 maneras diferentes de referirse a la menstruación sin nombrarla, según una encuesta mundial realizada por la aplicación de salud femenina Clue.
La palabra menstruación carga con una profunda contradicción: es sinónimo de fertilidad pero también de vergüenza. Cada vez las mujeres menstrúan, pero deben hacer como si no sucediera. No se pide públicamente una toallita higiénica o un tampón, ni se lo lleva visible al baño. Todos estos microgestos de vergüenza aún existen y hablan de un tabú que ha calado muy hondo en las mujeres.
“Más allá de que es un tema que nos sucede a la mitad de la población mundial, que es un hecho fisiológico y nos va a acompañar muchos años de nuestra vida, sigue siendo un tema del que no se habla”, explicó la educadora sexual Paola Muniz.
Higiene menstrual
Otra problemática que se presenta alrededor del tema es el de la compra de productos de higiene menstrual, que tienen un costo que muchas uruguayas no pueden pagar.
“La salud menstrual incluye también el contexto en el que la persona menstrúa: su contexto social, económico, cultural y cómo esto puede potenciar u obstaculizar la experiencia”, sentenció Muniz.
Entonces, ¿qué pasa con las mujeres que están en situación de calle? Andrea Vallejo integra el proyecto Menstruar en la Calle, que se encarga de facilitar productos para que puedan gestionar la menstruación con dignidad y educarlas al respecto.
En Uruguay, los productos de gestión menstrual son considerados de cosmética, por lo tanto tienen IVA 22 y son costosos. “Uruguay es el país más caro para menstruar”, explicó Vallejo. El gasto anual estimado es de $3.000 por persona. “Si estás entre la opción de comer o comprar un producto de gestión menstrual, ¿cómo lo resolvemos?”, reflexionó.
La cantidad de mujeres jóvenes en situación de calle “viene creciendo exponencialmente”, dijo Vallejo. “Hay que ir hacia ellas, es una política de proximidad que solo se puede hacer recorriendo las calles”, sentenció.