‘Baby boom en el paraíso’, de Ana Istarú, vino al mundo con premios bajo el brazo


En 1995, Ana Istarú, y con ella el país entero, celebraba un acontecimiento admirable: su pieza dramática Baby boom en el paraíso se había hecho acreedora al Premio María Teresa León para Autoras Dramáticas, que otorga la Asociación de Directores de Escena de España.

La poeta y dramaturga galardonada no pudo asistir a la entrega y fue un amigo designado por ella, quien la representó en el acto de premiación; sin embargo, Istarú, les hizo llegar su agradecimiento, en una misiva emotiva y cargada de sentido profundo, para que fuera leída en la ceremonia.

Entre las varias significaciones que tenía para ella este premio destacó –lo subrayo por la forma en que resume elegante, sutil y poéticamente una doble crítica– ”el honor de haber triunfado con un tema caro a nosotras las mujeres, como lo es el del embarazo y el alumbramiento, tema por alguna extraña razón expulsado del paraíso de la literatura, no sé si por tratarse de un hecho tan extravagante e insólito, no sé si por ser masculina la mano que casi siempre empuñó la pluma”.

Ana Istarú y Xinia Sánchez. Fotografías del afiche-programa de mano

No era la primera vez que el trabajo de Ana como dramaturga era reconocido. Su primera obra, El vuelo de la grulla, había sido dada a conocer en el número 11 de la revista Escena (1984) y aparecía traducida al inglés por Timothy J. Rogers, quien también hizo la introducción, en el número 33 del Latin American Literary Review (junio, 1989). Esta misma obra se incluyó en la compilación crítica titulada Dramaturgas latinoamericanas contemporáneas (1991), a la par de textos dramáticos de prestigiosas colegas de la región.

Las antólogas Elba Andrade y Hilde Cramsie incluyeron un estudio de cada una de las piezas seleccionadas y una referencia biográfica de las dramaturgas. En el caso de Ana, rescato estas palabras suyas, una suerte de “declaración de principios”, según mi opinión, en relación con el valor de su creación dramática: “puede estribar básicamente en mostrar relaciones, mundo y psicología de personajes femeninos, en situación de sojuzgamiento”. Más claro solo el agua de manantial.

Bien. Volviendo a Baby boom en el paraíso, se estrenó en la Sala Vargas Calvo el 18 de abril de 1996, bajo la dirección de Xinia Sánchez, de gratísimo recuerdo, y con la actuación de la propia dramaturga.

Sánchez dejó anotado en el afiche-programa de mano lo siguiente: “Ofrecemos este trabajo con la intención de mover algunas fibras de su sensibilidad, mediante un acto de confianza de la una con la otra. Esta positiva actitud nos ha dado el resultado que hoy presentamos con toda humildad”.

Ana Istarú como Ariana.

Era más que notorio que esas fibras de la sensibilidad a las que aludía Xinia, estaban en correspondencia con lo que Ana pretendía develar: “la odisea física y la conmoción emocional que entraña, para nosotras, privilegiadas por natura, el nacimiento de un bebé”.

Desde su estreno, la obra consiguió comentarios positivos y fue recibida con beneplácito. Era como si el público estuviera ávido esperando una obra de esta naturaleza, que le llegaba servida en bandeja. Daba la impresión de que Ana había escrito la pieza para ella misma, pues le quedaba justo a la medida, como un traje hecho por mano experta. A mí nadie me convence de lo contrario: Ana era Ariana y Ariana era Ana. Digo esto sin demeritar el trabajo de las actrices que luego se han metido en la piel de la protagonista, que son muchas de aquí y de más allá.

Ana Diosdado, reconocidísima actriz española (a quien no puedo olvidar por la serie televisiva Anillos de oro, donde actuaba junto a un jovencísimo Imanol Arias y otras destacadas figuras de la escena), quien fuera miembro del jurado del premio al que antes se aludió, había dicho que la obra era “muy divertida, muy bien escrita, y contando exactamente lo que quiere contar, en el espacio de tiempo exacto en el que hay que contarlo. Una delicia”.

Ana Istarú como Ariana.

La síntesis no podía ser más ajustada y eso mismo percibía la persona en la sala, que después de haberse saciado con una buena dosis de risa, gracias al fino humor de la protagonista, entraba con Ana-Ariana y los redivivos por el poder de la palabra: un medroso Diego (el marido) y un contingente de trabajadores hospitalarios a la sala de partos para ser testigos del conmovedor y feliz alumbramiento de la tierna Valentina; en ese momento, sentíamos que dos grandes lagrimones nos rodaban por las mejillas. ¡Era inevitable! Una comedia de humor que nos trinchaba con el “bisturí de la risa” (en palabras de la dramaturga) para hacernos reflexionar y llevarnos “a renovar el compromiso con el origen de toda vida humana: el cálido y embriagante vientre materno”.

Andrés Sáenz Lara anotó en su crítica (La Nación del 2 de mayo de 1996) que la puesta en escena de Baby boom en el paraíso había confirmado la validez del premio otorgado a la obra dramática en España, el año anterior. Añadió que “mediante un texto ágil e inteligente, grávido de humorismo hilarante, observaciones agudas, ternura y compasión, la actriz-autora recorre la odisea del óvulo, desde las osadas aventuras por las trompas de Falopio hasta su unión con el esforzado espermatozoide y demás mutaciones posteriores, toda la hazaña reflejada en las vivencias físicas y anímicas internas y externas, de la futura madre”.

Afiche de Baby boom. X Festival “El teatro se toma a Bello”,
Medellín, Colombia. 2015.

El comentarista calificó esta pieza como un “monólogo humorístico [que] revienta mitos caducos, desafía tabúes actuales, satiriza actitudes especiosas, reivindica la relación de la pareja complementaria y, no menos importante, divierte al público”.

La obra ha alcanzado dimensión internacional y ha sido escenificada en España, Estados Unidos, México, El Salvador y Colombia, entre otros países. La actriz costarricense residente en Francia, Marian Li, la ha presentado en francés, en París, con éxito.

Anuncio de del estreno.

El trabajo de Ana la hizo merecedora del premio a la mejor actriz protagónica de 1996, que compartió con Ana Clara Carranza. Este galardón se sumó a otro anterior como mejor actriz debutante de 1980, por su papel de Areúsa, en La Celestina, en un montaje del Teatro del Ángel.

¡Chapeau, Ana, sos enorme!

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