Entre 35 y 45 personas han muerto en un bombardeo aéreo israelí en una escuela de la ONU que albergaba desplazados por la guerra, según Juliette Touma, la directora de Comunicaciones de la UNRWA, la agencia de la ONU para los refugiados palestinos (UNRWA, en sus siglas en inglés) que gestiona la escuela. Jalil al Dakran, portavoz del Hospital Mártires de Al Aqsa, en la cercana Deir al Balah, cifra por su parte los muertos en 35, cinco de ellos niños, mientras que el Ministerio de Sanidad del Gobierno de Hamás ha calculado este jueves los fallecidos en al menos 27. En las imágenes captadas por las cámaras de televisión en el hospital se pueden ver al menos 15 cadáveres envueltos en bolsas, así como varios heridos, entre ellos niños y mujeres. El ejército israelí reconoce el ataque, pero habla de una operación “precisa” para asesinar a milicianos de Hamás que se habían hecho fuertes allí.
Uno de los portavoces del ejército israelí, Peter Lerner, ha asegurado en una videoconferencia con periodistas que el ataque aéreo tenía como objetivo tres habitaciones en las que se encontraban entre 20 y 30 milicianos de Hamás, algunos de los cuales participaron en el atentado del 7 de octubre. “Estamos seguros de haber limitado y reducido el daño a civiles en el ataque […] Estamos seguros de nuestra información de inteligencia y de que los terroristas estaban allí”, ha asegurado. El Ejecutivo de Hamás ha calificado de “mentira” e “invención” la presencia de combatientes en la escuela.
La escuela atacada se encuentra en Nuseirat, un campamento de refugiados en el centro de Gaza. Es una de las zonas de las que las tropas se habían retirado y en la que han iniciado una nueva operación terrestre contra los hombres armados de Hamás que emplean tácticas de guerrillas y tratan de reorganizarse.
Israel mantiene con la misma fuerza los bombardeos en distintas partes de Gaza pese el llamamiento del pasado viernes del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, a poner fin ya a la guerra. Hamás ha pedido clarificaciones a los mediadores porque la propuesta para poner fin a la guerra que Biden presentó el viernes como israelí difiere de la realmente presentada por el Ejecutivo de Benjamín Netanyahu. El movimiento islamista acepta entregar por fases todos los rehenes en sus manos (124) siempre y cuando implique un alto el fuego permanente.
Netanyahu ―al que los socios ultraderechistas amenazan con abandonar la coalición si sella el acuerdo―, se niega a un alto el fuego permanente sin “destruir” antes la capacidad de Hamás para combatir y gobernar Gaza, algo que, a su juicio, no ha sucedido todavía.
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