El fútbol español elige a Rafael Louzán, condenado por prevaricar, como nuevo presidente de la RFEF | Fútbol | Deportes



Un total de 90 de los asambleístas del fútbol español sobre 138 que votaban han elegido como nuevo presidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) para el ciclo olímpico 2024-2028 al gallego Rafael Louzán, condenado a siete años de inhabilitación por prevaricar. El barón gallego está pendiente del recurso que presentó ante el Tribunal Supremo, que abordará la cuestión el próximo 5 de febrero. La elección de Louzán por delante del valenciano Salvador Gomar, que obtuvo 43 votos (hubo también uno nulo y cuatro en blanco), pone de nuevo al borde del abismo y del bochorno internacional a la federación.

La incertidumbre que genera la victoria de Louzán es máxima porque el Consejo Superior de Deportes (CSD) también estudia inhabilitar en breve al nuevo mandamás federativo. El organismo que preside José Manuel Rodríguez Uribes tiene previsto elevar una denuncia al Tribunal Administrativo del Deporte (TAD) por incumplimiento de los estatutos de la RFEF en sus artículos 19.4 y 24. El primero, referente a los requisitos para formar parte de los órganos de gobierno federativos, establece como condición “no estar inhabilitado para desempeñar cargos públicos”. Esto no le ha impedido a Louzán presentarse a las elecciones, pero sí le niega el acceso a los órganos de gobierno. El presidente de la federación también lo es de la Asamblea y de la Comisión Delegada. El artículo 24 tiene que ver con el cese en los cargos para cualquier persona afectada por las restricciones del 19.

De consumarse la denuncia del CSD ante el TAD, Louzán puede convertirse en el cuarto presidente consecutivo en ser inhabilitado tras los casos de Ángel María Villar. Luis Rubiales y Pedro Rocha. La mayoría de los barones territoriales y a LaLiga, con su presidente Javier Tebas a la cabeza, han decidido ignorar lo que supone en términos de imagen reputacional para la federación y el fútbol español el triunfo de Louzán. Su victoria es un desafío para la política emprendida desde el CSD para tratar de regenerar y lavar la imagen de la federación más importante del deporte español. Solo cinco días después de que la FIFA ratificara la candidatura de España a organizar el Mundial 2030 junto a Marruecos y Portugal, la federación vuelve a estar cercada por el foco de la incertidumbre y la corrupción. Louzán prevaricó cuando era presidente de la Diputación Provincial de Pontevedra por el Partido Popular en la concesión de una subvención de 93.000 euros para remodelar el estadio de Moraña.

Que el delito de Louzán fuera cometido en un asunto que tiene ver con el sector del fútbol no ha sido impedimento para que ganara estas elecciones, que han tenido su punto de sainete berlanguiano. Tal y como se esperaba el tercer candidato, el extremeño Sergio Merchán, ha renunciado a presentarse hora y media antes de iniciarse la votación. A Merchan, Louzán le cedió 23 de sus avales para reemplazarle por si el CSD le impedía presentarse. También era parte de la pinza para impedir que Gomar o un candidato externo reuniera el mínimo de 21 avales exigido para presentar una candidatura. Una hipotética presidencia de Merchán hubiera sido tan rocambolesca como kafkiana. La pantomima de Merchán ofrece una visión del descalzaperros y el lodazal en el que se mueve el mundo federativo del fútbol español. Merchán reunía señales intrínsecas a los denominados gobernantes de paja. Podría haber sido el primer presidente de la federación sin apenas haber levantado el teléfono para amasar avales y votos, sin presentar programa y sin hablar con la prensa.

Louzán se aferra ahora al mismo lema que sus antecesores inhabilitados, “el fútbol español me ha elegido”. La cuestión, una vez más, es que si los barones y el resto de los asambleístas que le han elegido sin importarles lo que supone su decisión son la digna representación del fútbol español. Tenían la oportunidad de ejecutar un examen de conciencia y haber elegido a un candidato que no estuviera tan marcado como Louzán, pero han preferido volver a poner a la federación al borde del precipicio.

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