Así se pasan las horas previas a una final: de los cruasanes de Del Bosque a las ocurrencias de Aragonés | Eurocopa Alemania 2024



Vicente del Bosque percibió un día en Las Rozas algo que le intrigó, y que por supuesto no identificó como un aroma esencial del primer Mundial de España. “¿A qué huele?”, preguntó al entrar en la residencia de los jugadores la víspera de un partido de clasificación para Sudáfrica en el Bernabéu. Era la mantequilla de los cruasanes que los futbolistas habían conseguido que les horneasen al margen de la dieta pautada: el comienzo de un ritual pre partido.

También en la víspera de la final del Mundial contra Holanda. Los futbolistas se juntaron en la habitación de Joan Capdevila, la más grande, y jugaron a la pocha mientras comían cruasanes. Habían aprendido a esquivar en cualquier lugar del mundo la vigilancia de los nutricionistas. Ya cuando el médico de la selección era Jordi Candel, a quien conocían como Doctor Hambre, según cuenta el periodista Miguel Ángel Díaz en su libro Los secretos de la Roja.

Los momentos previos a las grandes finales de la Roja, como la de esta noche en Berlín, están repletos de pequeños rituales, discursos sentidos, golpes de efecto y mucha tensión. Huelen. A mantequilla, por ejemplo. Y suenan. El 29 de junio de 2008, cuando la selección llegaba al Ernst Happel de Viena para enfrentarse a Alemania, en el autobús retumbaba La mano de Dios, de Rodrigo, uno de los temas del CD elaborado por Sergio Ramos. Aunque los jugadores le habían hecho una pequeña modificación. Al llegar al estribillo, el original decía: “Y todo el pueblo cantó, Maradó, Maradó / Nació la mano de Dios, Maradó, Maradó”. Los futbolistas sustituían el “Maradó, Maradó” por “De la Red, De la Red”, que se sentaba en la primera fila. Dos años después, llegaron a la final del Soccer City de Johannesburgo cantando el “Que viene y que va / Que viene y que va” de Wavin’ Flag de Bisbal.

Cuando España alcanzó la final de la Eurocopa de 2008, había pasado casi un cuarto de siglo de la anterior, la que perdió contra Francia en 1984. En las horas previas emergió la figura de Luis Aragonés como faro en la tormenta. La tarde antes varios jugadores se habían comprometido a atender a las televisiones desplazadas a Viena, pero a las siete, menos de dos horas antes de la cita, Casillas, el capitán, bajó de su habitación y comunicó que habían decidido cancelarlo. “Mañana tenemos una final”, decían. Unos minutos más tarde, el seleccionador encontró en el vestíbulo del hotel a Paloma Antoranz, del departamento de comunicación, la única de aquella época dorada presente también hoy en Berlín. Estaba lívida. Aragonés le dijo que él se ocupaba. Se pasó más de una hora de cámara en cámara hasta que cumplió con todo lo prometido. Después de cenar, como casi todas las noches, se quedaron hablando hasta tarde. De todo menos de la final. El seleccionador apenas dormía tres o cuatro horas y solía buscar compañía.

El día del partido dejó algunos momentos memorables de Aragonés, recogidos por la cámara de Javier Enríquez, el hijo de José María Enríquez Negreira, el número dos de los árbitros al que el Barcelona pagó millones durante dos décadas. En el hotel, antes de salir hacia el estadio, el seleccionador les habló de Bastian Schweinsteiger: “El rubio, ese que tiene el nombre tan raro. Le han echado ya una vez. Si somos listos, le echamos. Le decimos alguna palabrita que no le guste y tal… Esto es el fútbol, chicos. Esto es de listos. Se calienta como la madre que le parió”, les dijo.

Las finales, además de en el césped, también se juegan en el palco, lugar golosísimo para todo tipo de poderes. Esas mañanas Ángel María Villar, entonces presidente, solía acercarse a la oficina de protocolo de la UEFA para terminar de adjudicar asientos. Cuando llegó a su puesto en el Ernst Happel, se giró a la izquierda y le dijo a José Luis Rodríguez Zapatero: “¿Usted me conoce de algo a mí?”. El Gobierno y la federación habían mantenido una fuerte disputa pública por el proceso electoral. Como ahora. Villar se quejó de la injerencia y Blatter, el presidente de la FIFA, llegó a sugerir que España podría quedarse fuera de la Eurocopa. La ganó, y Aragonés quedó tercero en la porra que organizaba Puyol con un Excel y en la que participaba de tapado a través del delegado, Pedro Cortés.

Del Bosque afrontó sus dos finales (Mundial 2010 y Eurocopa 2012) con una tranquilidad similar a la de Aragonés. También con diferencias. La noche antes de la de Sudáfrica hizo algo que nunca había hecho el Sabio de Hortaleza: le adelantó la alineación a Villar, que no le había preguntado.

También se conservan imágenes del vestuario del Soccer City antes del partido. “Empezamos fuerte desde el principio. Es muy importante marcar un poco el territorio”, les dice Del Bosque. “Desde el primer momento que se vea que sois vosotros, hostia. No ser reservones, no ser tímidos. Hay que ir con la cara que tenemos todos de ser valientes, y no meternos ahí escondidos, sino con valentía”. Después aparece en una pantalla Fabio Cannavaro con el trofeo Jules Rimet y se oye: “Cuidado con la copa, que ni se toca ni se mira”. Hasta que la agarró Casillas al terminar.

La víspera de la final de la Eurocopa de 2012 en Kiev, después de otra Euro y un Mundial, Del Bosque reunió a su equipo para revisar cómo jugaba Italia. Fue el último informe que presentó Paco Jiménez antes de jubilarse. También el más breve: solo seis folios, cuando solían ser 30. “Nos conocíamos de sobra”, contó en EL PAÍS.

Hasta el partido, la imagen del día de la final fue un meme de Del Bosque con el musculoso cuerpo del italiano Mario Balotelli que circuló por todos los móviles de la expedición. España barrió a Italia (4-0) en la que hasta hoy fue la última gran final de la selección.

La última de Luis de la Fuente fue la de los Juegos Olímpicos de Tokio en 2021. Nada más clasificarse con el gol de Asensio a Japón en el 115, el hoy seleccionador de la absoluta encargó una misión para el día del partido a Paloma Antoranz, que también estaba allí. Como hizo en 2019 antes de la final del Europeo sub 21, quería poner a los jugadores un vídeo con mensajes de sus familias. En un contexto aún muy complicado por el covid, tuvo apenas tres días para recopilar los clips a través de WhatsApp. España perdió 2-1 contra Brasil, la única final que se le ha escapado a De la Fuente, que esta noche afronta la de más peso de su carrera después de ganar, ya con la absoluta, la Nations el año pasado.

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