Primer herido por asta de toro en Sanfermines en el sexto encierro, protagonizado por los temidos y rápidos toros de Jandilla | Cultura



Un veterano corredor ha sufrido este viernes una cornada en la axila izquierda y un traumatismo craneoencefálico cuando se apretaba contra la pared junto a dos personas más en la Cuesta de Santo Domingo, en el inicio de la carrera. Uno de los cuatro toros negros de Jandilla se acercó hacia donde se encontraba el reducido grupo de corredores y se llevó por delante al herido sin que llegara a arrastrarlo. Dos mozos más han resultados contusionados, uno con deformidad en un codo y otro con una herida maxilofacial en otras zonas del recorrido.

Era hoy el día de los temidos toros de Jandilla, con un historial de miedo de 32 corneados en sus 22 encierros anteriores, y que han confirmado que las carreras matutinas de San Fermín ya no son lo que eran. Los toros, acostumbrados a correr en el campo, y el líquido antideslizante que disminuye las caídas de los animales, han cambiado por completo la fisonomía de este espectáculo, a pesar de ese corredor que ya está siendo atendido en el hospital Universitario de Navarra y cuya situación es estable, según el segundo parte médico.

La carrera de los toros de Jandilla ha sido rápida (dos minutos y 19 segundos), y se ha desarrollado como un calco de lo sucedido en días anteriores, de modo que adquieren más protagonismo los mozos que los toros.

Estos, los primeros de esta feria que minutos antes de que sonara el cohete ya estaban de pie, nerviosos y prestos para la prueba, han corrido a velocidad de vértigo como es su costumbre, han buscado hueco entre las aglomeración de humanos y han alcanzado la meta del ruedo con ansias de perder de vista a los que le impedían el paso.

De nuevo, los cabestros han dirigido la carrera, repuestos todos del primer susto del cohete inicial. Todos –incluidos los cuatro toros negros, uno jabonero y otro colorao– han enfilado la Cuesta de Santo Domingo arropados por los bueyes, y sorprendidos ante lo que se les venía encima instante después del inicio de la carrera.

Ahí, en la subida, cuando los animales aún no habían tomado nota del lío en el que estaban metidos, se ha producido la cornada de ese toro que ha querido barrer la acera derecha de la cuesta y se ha encontrado con el brazo izquierdo de un corredor.

A partir de ahí, todo ha ido como la seda en un encierro típico de San Fermín. La manada ha llegada unida y compacta a la zona del Ayuntamiento, ha enfilado la bajada de Mercaderes, pero ninguno de los actuantes de cuatro patas ha caído en la trampa de los tablones que forman el ángulo recto antes de entrar en la calle Estafeta.

Limpieza total la de todos los animales, que han tomado la curva como lo que son, expertos corredores, y la manada se ha extendido ya en este tramo, obligada, quizá, por el mayor número de corredores que les impedían el paso.

Un cabestro abierto de pitones, y con autoridad evidente, seguía a la cabeza del grupo y no ha tenido más remedio que arrollar a todo el que trataba de ponerse a su altura.

Cada vez más gente, como cada mañana, a medida que los Jandilla llegaban a la bajada del callejón, donde hoy no había corredores apostados y se han evitado los atropellos y sustos habituales.

La entrada al ruedo ha despistado a los animales, desconocedores del camino a seguir, aunque pronto han obedecido a los cabestros y su paso por la arena ha sido visto y no visto. Ya descansan en los corrales de la plaza Pasota, Jaramago, Opaco, Ratero, Omeya y Zabra, entre 520 y 595 kilos de peso, que esta tarde lidiarán los diestros Cayetano, Roca Rey, que repite en la feria, y Pablo Aguado, sustituto de Morante de la Puebla, que continúa su proceso de recuperación.

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