Terrorismo impune en América Latina


A las 9:53 de la mañana del 18 de julio de 1994, una camioneta con explosivos chocó contra el portón principal del edificio de la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) en Buenos Aires, institución central de la comunidad judía en ese país.

Como consecuencia, el edificio se derrumbó. Murieron 85 personas y más de 300 resultaron heridas. Los supervivientes quedaron atrapados bajo los escombros, luchando por sus vidas. Durante varios días, rescatistas y ciudadanos comunes ayudaron a encontrar sobrevivientes y cadáveres.

El de la AMIA es el atentado terrorista más significativo y mortífero en la historia de las comunidades judías latinoamericanas. Apenas dos años antes, el 17 de marzo de 1992, otro se había producido en Buenos Aires contra la Embajada de Israel, que resultó en 29 muertos y 242 heridos.

Las investigaciones judiciales han estado plagadas de enormes dificultades, irregularidades, desviaciones y obstáculos. Exfuncionarios, cómplices, testigos, jueces y varios actores clave fueron directa o indirectamente responsables de crear dificultades para impedir investigaciones claras y transparentes.

Sin embargo, se logró comprobar que el grupo terrorista Hizbulá e Irán fueron los autores materiales e intelectuales de ambos atentados. Desafortunadamente, a pesar de que existen alertas rojas de la Interpol, 30 años después, nadie ha sido encarcelado ni condenado.

Alberto Nisman, fiscal principal del caso, encabezó una unidad especial para investigar el atentado contra la AMIA y el posterior encubrimiento judicial durante más de 15 años. Sorpresivamente, fue encontrado muerto en su departamento el 18 de enero del 2015, apenas un día antes de su esperada declaración ante el Congreso argentino.

En el 2019, 25 años después del atentado contra la AMIA, Argentina declaró a Hizbulá (tanto su ala política como militar) organización terrorista. Esta fue la primera designación de Hizbulá como grupo terrorista en América Latina. Poco después, otros países latinoamericanos se unieron a esta declaración, incluidos Colombia, Paraguay, Honduras y Guatemala.

Hizbulá sigue representando una amenaza constante para la seguridad en América Latina y la integridad del orden económico y financiero de la región. Especialmente en el área de la “triple frontera”, entre Argentina, Brasil y Paraguay, pero también en otros países desde México hacia el sur, Hizbulá participa en actividades relacionadas con el reclutamiento, el lavado de dinero y el narcotráfico, y mantiene estrechos vínculos con organizaciones del crimen organizado. Lo mismo podemos decir de las preocupantes y cercanas relaciones de Irán con países como Venezuela y, más cerca de nuestro país, con Nicaragua.

Después de 30 años del atentado contra la AMIA y en honor a las víctimas del terrorismo, hago un llamado para que Costa Rica designe a Hizbulá organización terrorista y condene a Irán como principal Estado patrocinador del terrorismo y desestabilizador de América Latina, Oriente Próximo y el resto del mundo.

Eric Scharf es miembro de la Comunidad Judía de Costa Rica.

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *