Las desventajas en que se encuentran los adolescentes y los jóvenes son de sobra conocidas, pero, como ocurre con la violencia, de tanto verlas se ha caído en una escandalosa insensibilización.
El callo en la conciencia produce que se desdibujen las consecuencias y, desdichadamente, las necesidades de esta población sean desatendidas, particularmente en lo que atañe a la familia, la educación, la salud y la protección.
Partiendo del terreno endeble sobre el que transitan los jóvenes, surgen al menos cinco nuevos desafíos, que se suman a los no resueltos, como el desempleo juvenil y la salud preventiva.
El primero es el de la salud mental. Ha habido un incremento en los intentos de suicidio entre el 2019 y el 2023, en personas entre los 10 y los 24 años, pero no existen servicios adecuados para adolescentes y jóvenes, diferenciados y de pronta respuesta.
El tiempo de espera para una cita por primera vez en Psiquiatría de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) es de seis meses como mínimo y las citas de seguimiento, cuya frecuencia razonable debería ser al menos cada 15 días, se dan en promedio cada tres meses o más.
La aprobación reciente de la Ley de Salud Mental es una esperanza que se debe apoyar; sin embargo, la ejecución depende de diversas voluntades, que históricamente han mostrado falta de capacidad e interés para ejecutar políticas de este tipo.
El segundo desafío es la violencia, íntimamente relacionada con el primero. La tasa de homicidios aumentó de 12,5 en el 2022 a 17,2 por cada 100.000 habitantes en el 2023. Dicho de otro modo, ocurre un homicidio cada 9 horas.
Las víctimas colaterales aumentaron de 18 a 52 en un año. La tasa en Limón es similar a la de los países más violentos de América Latina: 45,1 por cada 100.000 habitantes.
Costa Rica muestra una alarmante alza que podría asemejarse a la situación en Ecuador, donde de 7,8 homicidios en el 2020 subieron a 40 por cada 100.000 habitantes. Como triste corolario, las edades de los sicarios están entre los 18 y los 24 años, jóvenes sin secundaria completa o que ni siquiera terminaron la primaria.
La presidenta ejecutiva del Patronato Nacional de la Infancia (PANI) manifestó que, ante la situación social que sufren niños y adolescentes, “solo se está tratando de apagar incendios”, no están atacando el problema y la situación es extrema, violatoria de derechos (La Nación, 23/6/2024).
Nuevas adicciones
El tercer desafío es la aparición del fentanilo, un opioide sintético sumamente adictivo, 50 veces más potente que la heroína y 100 veces más que la morfina, conocido como droga zombi. Dos gramos de fentanilo son potencialmente mortales.
Su control es muy difícil, ya que no se requieren sembradíos y la producción es posible realizarla en modestos locales, a diferencia de la coca y la amapola.
El costo de un kilo ronda los $800 y se producen 400.000 pastillas, que solo en Estados Unidos se venden a $3 cada una. La exorbitante ganancia es un aliciente para el negocio. La competencia con el fentanilo ha hecho que caiga el precio de la cocaína y la heroína.
El cuarto desafío es el vapeo, producto comercial e inteligentemente desarrollado por las tabacaleras y sus subsidiarias para presentarlo como socialmente aceptable e inocuo.
Sin embargo, en Costa Rica los problemas de salud relacionados con el vapeo se incrementaron de 79 casos en el 2022 a 1.791 en el 2023. En lo que va del año, 1.153 personas han requerido atención. Los adolescentes tratados pasaron de 9 en el 2022 a 427 en el 2023 y a 306 en el 2024.
Un problema grave es la lesión pulmonar asociada al uso de cigarrillos electrónicos o vapeo. El primer caso se presentó en noviembre del año pasado. Un adolescente de 16 años, que tenía tres meses de vapear a escondidas de sus padres todos los días, estuvo hospitalizado en una unidad de terapia intensiva durante casi un mes y necesitó ventilación mecánica asistida.
Se sabe que los vapeadores contienen sustancias tóxicas, como la glicerina y el propilenglicol, saborizantes, acetato de vitamina E y unos 30 productos más ya identificados, que, asociados a la nicotina y la marihuana, se convierten en productos potencialmente adictivos.
Inteligencia artificial
La lista de lo que enfrentan los adolescentes y jóvenes no se agota aquí, pero cabe destacar que la inteligencia artificial (IA), cuyos usos son tantos como dé la imaginación, está lejos del alcance de la población joven. No se les está preparando para sacarle partido.
La inteligencia artificial desplaza a trabajadores y a la vez complementa las labores, pero la aplicación de IA para el bien de la gente depende de modernizar la educación secundaria.
El mundo afronta múltiples riesgos, tales como pérdida de empleos, creación de armas, cibervigilancia, dilemas éticos y legales, menos contacto humano, el incremento de la desigualdad, probables pandemias y otras crisis impredecibles. Manejar todo esto a la vez desde tempranas edades es un reto gigantesco para los niños, los adolescentes y los jóvenes. El Estado haría bien en aliviarles la carga mediante políticas públicas adecuadas.
Alberto Morales Bejarano es médico pediatra, fue fundador de la Clínica del Adolescente del Hospital Nacional de Niños y su director durante 30 años.