La epidemia | La Nación



La epidemia se propaga por la ciudad. Angustiado y confundido, el director se pregunta si debe suspender las actividades deportivas, varios niños han contraído la enfermedad y dos han muerto.

Consulta a un médico: “Debes comprender que no pocos de nosotros, dice este, que somos mucho mayores y tenemos más experiencia de las enfermedades que tú, temblamos ante esta situación. Ser médico e incapaz de detener la propagación de esta terrible enfermedad es doloroso para todos nosotros. Eso resulta difícil de aceptar a cualquier adulto. Tienes conciencia, y es un valioso atributo, pero no lo es si te lleva a creer que eres culpable de lo que está muy lejos del alcance de tu responsabilidad”.

La conversación sucede en Némesis, que Philip Roth publicó por ahí del 2010. Al principio tomé las cosas como el autor las proponía, me quedó claro que se refería a las vicisitudes convocadas por la polio, y recordé cómo a nosotros también nos asoló esta peste en algún momento de los primeros años cincuenta. Fue entonces que apareció como de milagro el inolvidable doctor Salk y su vacuna portentosa, que puso fin a la pesadilla. El doctor se convirtió en un personaje familiar, su imagen jovial se propagó casi tanto como la enfermedad y prevaleció sobre casi todas las demás, al menos en mi memoria.

Luego pensé que lo mismo que Roth había dicho de la polio podía decirse de la más reciente epidemia, la pandemia por antonomasia, tan inesperada y vigorosa; en el miedo que nos infundió durante meses y meses hasta no hace mucho, y en el dolor y el sufrimiento que deparó a unos más que a otros.

Sin embargo, al final me ha dado por sentir que el texto transcrito también sirve como una alegoría. A mi modo de ver, o de imaginar, despojado de su contexto literario, describe la desquiciante evolución de nuestros asuntos públicos, asolados por una inquietante ola de controversia y de conflicto que pareciera que con el transcurso del tiempo y de los episodios electorales que esperan a la vuelta de la esquina, va a hacerse cada vez más corrosiva e inmanejable. Lo mismo que una pandemia.

Esta inusitada epidemia tiene cada vez más desparpajo e inventiva, y menos contención y cordura. ¿De veras lo que sucede está muy lejos del alcance de nuestra responsabilidad?

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Carlos Arguedas Ramírez fue asesor de la presidencia (1986-1990), magistrado de la Sala Constitucional (1992-2004), diputado (2014-2018) y presidente de la Comisión de Asuntos de Constitucionalidad de la Asamblea Legislativa (2015-2018). Es consultor de organismos internacionales y socio del bufete DPI Legal.

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