Hunter Biden, hijo del presidente de los Estados Unidos, podría terminar en la cárcel después de su condena por mentir en un formulario de adquisición de armas de fuego en el 2018. La falsedad, consistente en negar su adicción a las drogas, resultó en la posesión ilegal del arma. Esos dos cargos se suman al engaño perpetrado contra el vendedor de la pistola, también tipificado como delito.
El presidente Joe Biden, cuyas manifestaciones de cariño para su único hijo, después de las trágicas muertes de otros dos, son constantes, se abstuvo de intervenir en forma alguna para afectar el resultado. Cuando trascendió la condena, el fiscal agradeció al ministro de Justicia, su superior jerárquico, el respeto a la independencia del equipo acusador.
El resultado es un ejemplo del ideal democrático expresado en la frase “nadie está por encima de la ley”. La misma lección ofreció un jurado neoyorquino cuando halló al expresidente Donald Trump culpable de 34 cargos de falsificación de registros comerciales para encubrir el pago por silencio a una actriz de películas pornográficas, con el propósito de evitar un escándalo capaz de descarrilar su candidatura presidencial en el 2016.
Vistos en conjunto, los fallos atestiguan la salud del sistema judicial estadounidense, puesta en duda por el propio exmandatario, quien atribuyó su condena a la “desvergüenza” de un juicio “amañado”. Un coro de voces de su partido repite el ataque desde entonces, pero el contraste con la mesurada aceptación del resultado por el presidente en ejercicio constituye un dramático desmentido de favoritismos o injerencias indebidas.
No obstante, había una vez… cuando la reacción de Trump habría significado su descalificación inmediata y la de Biden, un simple gesto de apego al deber. El populismo de nuestros días, caracterizado por el cuestionamiento de la legitimidad de instituciones indispensables para conservar el equilibrio democrático, tiene a los jueces en la mira. Trump hizo al suyo blanco de fuertes calificativos y extendió el ataque al sistema como un todo, alegando la imposibilidad de reclutar un jurado imparcial en Nueva York, donde su apoyo político es escuálido.
Pero el jurado de Hunter Biden fue escogido entre ciudadanos del estado donde sus padres residen desde hace años. Delaware también fue escenario de un triunfo arrollador del presidente. Nada de eso le valió para evitar una condena. Ejemplos como este, no importa donde surjan, fortalecen la resistencia a la ola de demagogia que rompe sobre las instituciones democráticas.