Luis Gallegos Chiriboga: Toda acción tiene una reacción | Columnistas | Opinión



La Tercera Ley de Newton o el principio de la acción y reacción explica en física que toda acción genera una reacción de igual intensidad, pero en sentido opuesto. Este principio puede aplicarse a la política exterior en el contexto nacional y global, donde intereses contrapuestos están en permanente interacción y generan, muchas veces, alianzas que se enfrentan en todos los campos del quehacer internacional.

Es menester aclarar que una política exterior de iniciativa es diferente que una reactiva y que solo se acciona cuando hay el estímulo por parte de otros actores. Normalmente una política reactiva tiende a someterse a los intereses de otros.

En el marco de una rivalidad permanente de intereses entre los Estados miembros de las Naciones Unidas, se puede observar, en Nueva York o en Ginebra, que el principio de acción y reacción es una obvia consecuencia de las confrontaciones, donde siempre alguien sale perdiendo.

En este momento existe una profunda fractura del multilateralismo que hace complejo llegar a acuerdos necesarios para enfrentar los retos que la historia planeta a la humanidad, tales como el uso de la inteligencia artificial, la extinción nuclear, el cambio climático, los conflictos armados, el envejecimiento de la población, la pobreza, el hambre, la violencia, la inseguridad, el narcotráfico y tantos otros temas.

Lo que observamos es que, la mayoría de las veces, prevalecen los intereses de los grupos dominantes sobre el bien común nacional e internacional. Más aún, hay países dependientes que adoptan conductas para satisfacer pedidos de otros y entran en confrontaciones innecesarias que perjudican los intereses de sus pueblos. Ello responde a la ausencia de una agenda nacional y de acuerdos mínimos de gobernanza. Las luchas internas traspasan los linderos patrios y se proyectan a lo multilateral, tanto regional como mundial.

En muchos liderazgos globales comprobamos objetivos estratégicos de largo alcance y en otros vemos reducidos a momentos coyunturales de política interna. Si hay predominio de los intereses de otros en el manejo de la política exterior, no hay posibilidad de tener una defensa de soberanía auténtica.

La Tercera Ley de Newton es muy aplicable en política exterior, cuando una acción del Estado produce consecuencias de respuesta por parte de otro Estado en el contexto global. Esta interacción constante de intereses opuestos lleva a que la política exterior independiente y basada en principios sea un instrumento fundamental para avanzar los objetivos del país.

Hay quienes sostienen que el mundo en las actuales circunstancias carece de liderazgos inteligentes que le encaminen a ese consenso de intereses, sino que están atados a intereses contrapuestos de otros. La tragedia es que élites de muchos países están vinculadas o se consideran partes de otras naciones o ideologías y están dispuestas a defender esos intereses por sobre los de la soberanía nacional.

Al final, carentes de objetivos propios, asimilados a las directrices de otros, los países corren el peligro de navegar sin oriente. (O)

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *