Dos fallos muy aparte unidos por una carrera


Editorial

Dos fallos muy aparte unidos por una carrera

Cada aspirante presidencial intenta reagrupar la fortaleza y conjurar debilidades.

Quizá como en ninguna elección previa en Estados Unidos, el poder judicial independiente tiene un papel político, aunque parezca o no se quiera. Eso no quiere decir que no existan lecturas desde la perspectiva partidaria o desde la conveniencia de cada ciudadano, de cada encartado o de sus allegados. Ya el fallo de culpabilidad en contra del expresidente Donald Trump por 32 cargos federales  relacionados con gastos no reportados de campaña ha tenido señalamientos de tener móviles políticos. Y lo mismo se dice de otros cinco juicios pendientes, por acusaciones aún más graves pero que no ocurrirán antes de las elecciones de noviembre.

Pero no solo las aspiraciones electorales republicanas se ven sacudidas por vientos judiciales. El miércoles  recién pasado fue declarado culpable, por tres cargos federales de posesión ilegal de un arma de fuego, el hijo del actual presidente y aspirante a la reelección, Joe Biden. En efecto, Hunter Biden quedó a la espera de una sentencia que podría llegar a sumar hasta 25 años de cárcel y que solo se conocerá hasta dentro de unos cuatro meses. No obstante, por no ser un caso reincidente, el propio fiscal a cargo del caso dijo que H. Biden no debería purgar más que otros convictos por similares cargos.

El presidente Biden dijo días antes que no indultaría a su hijo en caso de ser declarado culpable,  pero declaró que siempre será su padre y como tal   lo amaría, en un mensaje que claramente distancia su cargo público de su relación de consanguinidad. Ello resulta casi impensable, por más ilícito que sea, en otras latitudes en donde una persecución contra familiares o allegados de ciertas figuras de poder desata denodadas acciones en contra de fiscales y operadores. En ese sentido, la postura de Biden es, como mínimo, la correcta.

 Y es que el mandatario sabe que la carrera presidencial ya está en marcha, a pesar de que todavía no hay campañas ni candidatos oficialmente lanzados. Los republicanos aún critican el fallo del jurado de Nueva York que halló culpable a Trump de haber pagado a una meretriz para que acallara un amorío a fin de proteger su imagen política, un gasto que se intentó disfrazar y como tal fue constitutivo de delito electoral.

Las sentencias que recibirán Donald Trump y Hunter Biden podrían coincidir en temporalidad con los momentos álgidos de la campaña electoral. Debido a que  todavía hay espacios para apelación, Trump puede participar como candidato. Por no ser reincidente y dada su figura presidencial, es prácticamente improbable que llegue a pisar una prisión, con lo cual podrá dar continuidad al proselitismo. La crisis migratoria y los desafíos de política internacional, sobre todo por la guerra de Ucrania y la ofensiva israelí sobre Gaza, serán los principales arietes republicanos. Previamente trataron de argumentar un subrepticio y nunca demostrado tráfico de influencias de Biden en favor de su hijo, el cual ahora se termina de desmentir.

Paradójicamente, la actitud de Trump hacia la justicia se suma a las dudas de respeto a la institucionalidad democrática que tuvieron su mayor síntoma el 6 de enero de 2021, cuando ocurrió la lamentable e inédita toma del Capitolio, tácitamente acicateada por el entonces mandatario y que motiva otro de los juicios pendientes.

Mientras tanto, cada aspirante presidencial intenta reagrupar la fortaleza y conjurar debilidades en busca de cuatro años más por la Casa Blanca. Es previsible una mayor polarización, pero al fin y al cabo es la ciudadanía la que debe decidir quién refleja mejor sus valores.



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