Producción ganadera ante nuevos desafíos



El 75 % de los 8.100 millones de personas en el mundo residen en países de ingresos medios, donde el 50 % vive en pobreza y produce casi el 60 % del total de dióxido de carbono.

Costa Rica se ubica en este grupo, aunque el Banco Mundial nos califica de ingreso medio alto.

En estos países, la ganadería es crucial para la economía, no solo porque proporciona ingresos, empleo y seguridad alimentaria, sino también porque es fuente de proteínas con aminoácidos esenciales, cuyo consumo está ligado al ingreso.

Se prevé que en el 2050, la población mundial alcance los 10.000 millones y la demanda de alimentos de origen animal aumente un 20 %. Sin embargo, la ganadería plantea desafíos ambientales y sociales significativos, ya que utiliza vastas áreas de tierra y recursos, y emite grandes cantidades de gases de efecto invernadero (entre un 11,1 % y un 19,6 % según la fuente).

A principios del siglo pasado, se tomó conciencia de la necesidad de controlar las actividades ganaderas por medio de la producción, captura y análisis de datos.

Se crearon sistemas de registros manuales que, si bien proveían información valiosa, requerían mucho trabajo de análisis y no abarcaban la mayor parte de las actividades de la explotación; además, la toma de decisiones para la optimización y la eficiencia era tardía y parcialmente eficaz.

Con la llegada de los sistemas computacionales y las tecnologías de asistencia automatizada de la producción, la cantidad y calidad de los datos creció exponencialmente.

La capacidad de análisis se incrementó, y con ello la producción. No obstante, se enfocó básicamente en lo económico y no en la sostenibilidad.

Hasta entrada la década de los 80, tras la Cumbre de la Tierra en Río de Janeiro (1992), la realidad cambió y la mirada se volvió hacia la sostenibilidad de forma más significativa.

La sostenibilidad es definida en la Agenda 21 como el desarrollo que satisface las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades.

Se basa en la llamada tríada de la sostenibilidad: social, económica y ambiental. Todo sistema productivo debe buscar un equilibrio entre los tres elementos. Adicionalmente, de forma consustancial, se ha incluido la ética de la producción.

Así, el uso de registros en la ganadería procura la eficiencia de la producción. Con datos sobre alimentación, crecimiento, reproducción y salud de los animales, se pueden identificar áreas de mejora y tomar decisiones informadas para aumentar la productividad y reducir los costos.

La información es crucial para ajustar las prácticas de manejo y nutrición con el objetivo de minimizar el impacto ambiental de las emisiones, la erosión de los suelos y la contaminación del agua.

Además, los registros facilitan la detección temprana de enfermedades animales y contribuyen a la trazabilidad y seguridad alimentarias.

En el contexto del cambio global, ante la posibilidad de aparición de enfermedades emergentes y la resistencia a los antimicrobianos, la vigilancia continua de la salud animal a través de registros precisos ayuda a la identificación temprana de brotes y a tomar medidas de control para proteger tanto a los animales como a las personas.

Costa Rica ha avanzado mucho en esta dirección. Desde mediados del siglo pasado, especialmente en la lechería, se llevaban registros de productores de avanzada, y en los 80 la Escuela de Medicina Veterinaria de la Universidad Nacional comenzó a ofrecer un sistema de información computarizado (llamado VAMPP), orientado al control sanitario y la producción del hato para la toma de decisiones y la administración apropiada y oportuna del agronegocio. Hoy lo utilizan más de 1.500 fincas que conforman un sistema nacional de información casi único en el mundo.

Gracias a iniciativas de cooperativas y productores, así como de la misma UNA, los sistemas de información automatizados ganaron presencia, uso y utilidad.

Por otro lado, el programa NAMA (siglas en inglés de Nationally Appropriate Mitigation Actions) integra prácticas sostenibles en la producción ganadera para mantener un equilibrio entre la reducción de emisiones, la productividad económica y la sostenibilidad ambiental.

Los sistemas ganaderos son muy frágiles, dependen de insumos importados, sujetos a las leyes del mercado. Además, con la desgravación arancelaria paulatina de los productos lácteos, suscritos en el TLC, que alcanza su nivel máximo en el 2025, la sostenibilidad de los sistemas lecheros será sometida a un reto mayúsculo.

Ha habido casi 20 años de tiempo para aumentar la eficiencia. Además, el consumidor ha ido cambiando sus hábitos, gustos y exigencias en cuanto a calidad nutricional, inocuidad y producción que garantice el bienestar animal.

Es momento de que los actores del sector se junten para proponer políticas con vistas a la sostenibilidad de las 26.000 fincas y 2.500 empresas formales, aproximadamente, relacionadas con esta actividad productiva.

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El autor es médico veterinario, profesor de Epidemiología en la UNA y la UCR. Ha publicado aproximadamente 140 artículos científicos en revistas especializadas.

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