Jaguar, el músico de Un Rojo que se amarra sus rastas para hornear pan artesanal


Desde muy niño, la voz de Esteban Chavarría encontró en el reggae una pasión; las letras que escribe y la música que ejecuta con la banda nacional Un Rojo, llevan ese mensaje de positivismo que es inherente al género y que llena al mundo de buena vibra. Pero el rugido de este Jaguar, tal como se le conoce en el medio musical, va más allá: con sus manos, además de tocar la guitarra, se dedica a hornear.

Entre harina, sal y aceite de oliva, Chavarría se realiza entre acordes y el olorcito a pan recién hecho.

A eso de los nueve años, Jaguar comenzó con la curiosidad de imitar a los músicos que veía en los videos de rock. “Siempre tuve esa ilusión de tocar rock en una tarima, pero todo era muy limitado en ese momento”, recordó el artista. Pero esas ansias de convertirse en estrella no se le iban a quitar tan fácilmente y, al ver el entusiasmo que tenía por las artes, los papás de Jaguar lo inscribieron en clases de guitarra en un lugar que quedaba al frente de la casa de su abuelita.

Aprendió a tocar lo básico: los círculos de do y de sol, pero cierto día cuando regresaba de clases en el carro de su papá, sonó en la radio el tema Light My Fire, de The Doors, y el pequeño quedó fascinado con los sonidos de la guitarra eléctrica, así que se empeñó en aprender a tocar el instrumento.

Jaguar es oriundo de Moravia y recordó que, cuando empezaba a dar sus primeros pasos como músico, se inspiró al ver crecer a artistas como Mario Maisonnave y bandas ticas como El Parque y Gandhi. También vivía muy cerca de donde ensayaba la Orquesta Sinfónica Juvenil y tenía contacto con músicos de alto nivel; todo esto lo fue sumergiendo en el oficio.

“Viví rodeado de todo eso. Me acuerdo que, a eso de los 15 años, empecé a formar grupitos y a componer música original porque tenía esa espinita de no hacer covers”, aseguró Jugar. Así fue como nació Ceniza, su primera banda, con la complicidad de un compañero de la escuela que tocaba batería. El grupo era de pop rock y tuvo muy buena aceptación, tanto que hasta tocaban en festivales y El Parque los invitaba a abrir sus conciertos.

Más adelante, Jaguar fundó Raza Bronce, banda que todavía está activa. “Era un power trío miedo que dio de qué hablar”, recordó.

Pan Jaguar

El camino de la música iba muy bien para Jaguar, pero tomó una decisión muy importante con el fin de ayudar económicamente a su familia. Se fue a vivir y a trabajar a Estados Unidos, dejando atrás a la música, su gran amor. “Dejé todo ese mundo que me había costado tanto construir, fue como cortarme la vida”, narró.

En tierras norteamericanas se desarrolló como chef de segunda orden, trabajó en restaurantes y aprendió mucho sobre cocina. Esa experiencia no solo le facilitó ayudar a su familia, sino que también, siempre con la música en el corazón, aprovechó para comprar equipo de sonido, guitarras y todo lo que necesitaba para regresar a Costa Rica y seguir haciendo lo que tanto amaba.

Al volver al país traía muy buenas cartas de recomendación de sus jefes en Estados Unidos, así que no le costó conseguir trabajo en el ámbito culinario. Fue contratado como cocinero en Playa Chiquita, en Limón, en el restaurante del papá de un amigo. “En ese momento no sabía que lo que estaba haciendo era volver a una raíz mía muy fuerte”, dijo.

Sus amigos de Raza Bronce lo visitaban allá y tocaban juntos, tenían una fusión de reggae y funk que gustaba mucho en el público. Les fue tan bien que el resto de los músicos de la banda se fueron a vivir allá.

Estando en Limón, allá por el año 2000, Jaguar conoció a un peruano que hacía “un pan delicioso”, como él mismo lo afirmó. La receta era integral, un pan que al músico le gustaba mucho desde niño. “Me encantaba ponerle mantequilla y miel”, aseveró.

Jaguar le dijo a su nuevo amigo que le enseñara a hacer la receta de ese pan, porque ya no podría vivir sin él, y el peruano tuvo la voluntad de darle sus secretos.

Cuando regresó a San José y dejó su vida bohemia de Limón, preparó su primera tanda de pan en el hornito de la casa de su mamá. Apenas podía hacer cuatro piezas por turno, pero aun así, tomó la decisión de comenzar un emprendimiento a partir de esta nueva faceta.

Con los pancitos adentro de un salveque, Jaguar se iba a centros de yoga a venderlos, eso lo llevó a conocer a más personas que gustaban de su producto. En ese camino, una amiga que hace quesos de cabra lo invitó a una feria orgánica para que vendiera los panes y su horizonte se expandió un poco más.

La música, además, le abrió nuevos senderos a su emprendimiento panadero, pues en una ocasión Jaguar viajó Bélgica con un proyecto artístico y allí se dio gusto comiendo todo tipo de pan. Esa experiencia lo hizo aprender más secretos del oficio.

Para ese tiempo ya había hecho mancuerna con el bajista Juan Carlos Córdoba y habían fundado Un Rojo, banda que se había afianzado en la escena nacional.

Pan Jaguar

Cuando volvió a Costa Rica, el músico se dedicó de lleno a combinar su proyecto panadero con la música, hasta que el Pan Jaguar se convirtió en una pequeña empresa familiar.

Jaguar prepara sus recetas con masa madre, compra el trigo y lo muele él mismo. Lo cocina con aceite de oliva extra virgen y en un proceso en frío con sal marina, con el fin de darle un delicioso balance de sabor. Todo esto lo hace en un tallercito ubicado en su casa. “Es un pan gourmet, es como un capricho”.

Jaguar dice que no se considera panadero, pero asegura que se ha dedicado tanto a hornear, que lo ve como parte de su vida, algo a lo que le entrega todo el amor, lo mismo que hace con la música. “Me gusta el punto en el que estoy, tener esta calidad artesanal y que la gente lo valore. Todavía me parece increíble que lleguen a la puerta de mi casa a encargarme cuatro o cinco panes”, dijo.

¿Dónde encargar Pan Jaguar?

  • Teléfono: 8864-6761
  • Instagram: pan_jaguar(Instagram)
  • Correo electrónico: panaderí[email protected]

Eso sí, el artista afirma que no ha sido un proceso fácil, ya que combinar su faceta artística con la de panadero se le ha complicado bastante: él toca con su banda por las noches y la panadería, usualmente, es un oficio que se hace de madrugada. Para lograr salir adelante con todo, cuenta con la ayuda de varias personas. “A veces digo que qué matado, pero cuando veo los resultados me alegro. He recibido comentarios de que en el pan se siente el amor. Me dicen que no cambie la receta porque Pan Jaguar no falla”, agregó.

El Pan Jaguar lo vende el artista en ferias en todo el país; también le compran varios restaurantes para sus menús. Los sábados siempre está a la venta en la Feria Verde que se realiza en el polideportivo de Aranjuez, en San José, y está pensando en abrir un negocio para atención al público.

“A veces compongo algo en la guitarra y lo grabo y lo pongo en la panadería. Vieras cómo llegan melodías e ideas mientras estoy amasando, batiendo o cortando”, reconoció.

Jaguar Un Rojo Esteban Chavarría

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