El BCE baja tipos y da un respiro a la zona euro tras dos años de lucha contra la inflación | Economía



No ha sido tarea fácil ni rápida, pero por fin el Consejo de Gobierno del BCE ha tomado la decisión de bajar los tipos de interés: del 4,5% al 4,25%. Era lo previsto, la propia institución había estado durante meses apuntando a que junio sería el momento para el cambio de rumbo, aspecto sobre el que todas las voces sonaban al unísono. La inflación, el gran caballo de batalla del BCE durante los dos últimos años, por fin da señales de debilidad. El banco central puede ya dar un cambio de rumbo a su política y marcar el inicio de una senda de descensos en el precio del dinero que se prevé aún muy incierta y llena de obstáculos y sobre la que el banco rechaza comprometer fechas. Así lo ha explicitado en su comunicado de hoy: “El Consejo de Gobierno continuará aplicando un enfoque dependiente de los datos, en el que las decisiones se adoptan en cada reunión, […] sin comprometerse de antemano con ninguna senda concreta de tipos”.

En todo caso, empresas y gobiernos podrán empezar a financiarse a un coste algo más barato después de haber encajado unos tipos de interés que han llegado máximos desde 2001. El recorte anunciado es limitado y tímido, especialmente en comparación con la subida más violenta de la historia del euro: del cero al que estaban los tipos en julio de 2022 al 4,5% alcanzado en septiembre del pasado año, con dos subidas de 75 puntos básicos (sin precedentes para el BCE), cuatro de medio punto y otras cuatro de 0,25. Dos años de mano dura en los que se ha disparado el coste de financiación y la banca ha cerrado el grifo del crédito. Y, si bien el crecimiento económico ha resultado anémico (apenas un 0,4% en la zona euro para 2023), el BCE ha salvado la gran bola de partido: la unión monetaria ha podido esquivado la recesión, entendida como dos trimestres seguidos con crecimiento negativo. La intensidad en la subida de tipos mucho ha tenido que ver con la génesis del proceso inflacionista. Desatado por el coste de la energía tras la invasión rusa de Ucrania, los economistas calibraron inicialmente que la se trataba de un fenómeno transitorio, pero acabó por echar fuertes raíces, forzando una respuesta contundente. El objetivo del BCE era enfriar la economía para así detener la espiral alcista de los precios, y parece haberlo conseguido: la tasa de inflación en la zona euro marcó un máximo del 10,6% en octubre de 2022 y no es hasta ahora, cuando los precios crecen a un ritmo del 2,6%, según el dato de mayo, cuando el BCE accede a aflojar. Un nivel que se acerca ya a su objetivo irrenunciable del 2%.

Sin embargo, los indicadores más recientes no permiten echar aún las campanas al vuelo. El banco, de hecho, ha subido la previsión de inflación para la eurozona para 2024 y 2025. Espera un IPC subyacente (sin tener en cuenta alimentos ni combustibles) del 2,8% (frente al 2,6% anterior) en 2024 y del 2,1% en 2025 (desde el 2% anterior). Tampoco ve señales claras, lo suficientemente rotundas, como para comprometer nuevos recortes: “Pese a los progresos realizados en los últimos trimestres, las presiones inflacionistas internas siguen siendo intensas debido al elevado crecimiento de los salarios, y es probable que la inflación continúe por encima del objetivo hasta bien avanzado el próximo año.

El dato de inflación de mayo, del 2,6% en tasa interanual, ha sido mayor de lo previsto y ha mostrado un ascenso de dos décimas respecto a abril. La inflación subyacente, descontando la energía y los alimentos frescos, todavía crece al 2,9% y los precios del sector servicios, el más inflacionista, avanzan a un ritmo que continúa por encima del 4%. Al 4,1% frente al 3,7% de abril. Los salarios, uno de los indicadores que más estrechamente vigila, han seguido creciendo. En el primer trimestre lo hicieron a un ritmo del 4,7%, frente al 4,5% del cuarto trimestre de 2023. Se trata de indicadores que refuerzan las repetidas advertencias del BCE de que el descenso de la inflación va a ser incierto y accidentado y que sobre todo dan argumentos al ala dura del Consejo de Gobierno de la institución en su defensa de ir muy despacio, con pies de plomo, con los recortes de tipos.

De hecho, en la reunión de abril ya hubo voces que abogaron por rebajar tipos en ese momento. Retrasada a junio la decisión, ahora se abre un intenso debate sobre cuándo acometer el segundo recorte. Una nueva edición del tira y afloja entre halcones (partidarios de una política monetaria más dura) y palomas (favorables a políticas más suaves que no pierdan de vista el crecimiento) que domina los debates en el Consejo de Gobierno. El francés François Villeroy de Galhau defendió la semana pasada el “margen significativo” que tiene el BCE para flexibilizar su política. “A veces leo que deberíamos recortar los tipos solo una vez por trimestre, cuando estén disponibles nuevas proyecciones económicas y, por lo tanto, excluir julio. ¿Por qué, si lo hacemos reunión tras reunión y nos basamos en datos? No digo que debamos comprometernos ya en julio, pero mantengamos nuestra libertad en cuanto al momento y al ritmo”, declaró. Por el contrario, la alemana Isabel Schnabel, miembro del comité ejecutivo del BCE, ya avanzaba a finales de mayo que “no parece justificado” una bajada de tipos en julio. Una postura a la que también se han sumado recientemente dos reconocidos halcones: el presidente del Bundesbank, Joachim Nagel, y el gobernador del Banco Nacional de Austria, Robert Holzmann.

Los inversores contemplan entre una y dos bajadas más de tipos por parte del BCE en lo que queda de año, un pronóstico que va a depender mucho de lo que haga la Fed, que no se prevé recorte tipos hasta al menos septiembre. “Nuestro escenario base sigue siendo un recorte del BCE en junio, septiembre y diciembre. Pero el ritmo de los recortes de tipos de interés dependerá, también, de EE UU y de la Fed. En el caso de que la Fed no recorte los tipos de interés este año (que no es nuestro escenario base), podríamos ver solo dos recortes por parte del BCE en 2024″, señala Mohit Kumar, el economista principal de Jefferies en Europa. Los tipos de interés han iniciado hoy la senda descendente, pero está por ver el ritmo al que lo hacen, en un escenario económico donde abundan los interrogantes y escasean las certezas. Aunque una sí es clara: el insólito hecho de tener unos tipos de interés por debajo de cero, que permitía a Alemania o España ganara dinero por el mero hecho de emitir deuda, se terminó en 2022.

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