Nila Velázquez: Todos somos ejemplo | Columnistas | Opinión



Hace pocos días me reencontré con una publicación de la Universidad Casa Grande, “La ejemplaridad pública”, que recoge la conferencia virtual del filósofo español Javier Gomá y el diálogo que sostuvo con Gustavo Noboa, Francisco Huerta Montalvo y Eduardo Albert, el 15 de noviembre de 2020, en esa universidad. Creo que sigue siendo muy actual. Y decidí comentarlo con ustedes, amables lectores.

Todos somos ejemplo para alguien, pero siempre pensamos que lo son los políticos, los artistas, los deportistas porque son personajes públicos; pero lo cierto es que todos tenemos nuestro público: hijos, hermanos, alumnos compañeros de trabajo, amigos, vecinos y nuestro comportamiento, nuestras decisiones, nuestras palabras, influyen en los demás. Cuando nos damos cuenta de eso, la conciencia nos pone frente a una reflexión: ser un ciudadano responsable, consciente de que vive en comunidad y de que su comportamiento puede ser criticado o imitado.

Crecer en humanidad

Gomá sostiene en una frase que “el mal ejemplo absuelve y el buen ejemplo condena”. Si lo aplicamos a nuestra realidad, en otras palabras, podría decirse que si un político es corrupto y utiliza el dinero público para su provecho, pero es popular, gana elecciones, vive bien, tiene linda casa y carro de alta gama, ¿por qué yo no puedo ser igual y ser absuelto?

Pero si el vecino es una persona honesta, servicial, preocupado por la seguridad y aseo del barrio, dispuesto a colaborar en programas de mejoramiento en la escuela de sus hijos, en su trabajo, en su ciudad, en el cargo que desempeña, la pregunta es: ¿por qué yo no puedo ser así?

Se trata, entonces, no tanto de lo material, lo externo, sino del concepto ético que rige nuestras vidas.

Gomá lo expresa de esta manera: “Si uno como yo es justo, es ecuánime, es leal, ¿ por qué no lo soy yo? Si otro, buen ejemplo, es solidario, humanitario, es compasivo, ¿qué me impide a mí serlo? Si un tercero exhibe civismo, urbanidad, ¿dónde queda mi barbarie?”. Sin embargo, esta no es la pregunta común, el otro ejemplo ha ganado terreno y se muestra como la forma rápida y fácil de cambiar el tipo de vida.

Se trata, entonces, no tanto de lo material, lo externo, sino del concepto ético que rige nuestras vidas. No es suficiente la norma, el cumplimiento de la ley, es indispensable la voz de nuestra conciencia ética, y su formación es el resultado de los ejemplos recibidos, y Gomá lo confirma. Se puede hablar de la necesidad de la honestidad, de la decencia, pero los actos son más fuertes que las palabras, se trata entonces de coherencia.

Justicia y paz

El planteamiento del autor citado va más allá de los ejemplos aislados, se necesitan individuos ejemplares que hagan de su comportamiento una costumbre, entonces se logrará la ejemplaridad.

Me he detenido en estas reflexiones porque me parecen oportunas. Ahora que estamos en etapa previa a las elecciones y debemos elegir entre varios candidatos, es necesario que conozcamos y analicemos cómo actúan en su vida, si son coherentes; si dicen que van a trabajar en combatir la pobreza, preguntémonos si en realidad conocen la vida de los pobres y entienden lo que para ellos es prioritario o es un enunciado más, como tantos que no importa si, llegado el momento, se cumplen o no. (O)

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