En julio de 1997, la selección sub 20 obtenía el segundo puesto en el mundial de la categoría disputado en Malasia. Aquellos “campeones sin corona” marcaron un quiebre en la relación de los hinchas con la selección.
Aquel combinado, dirigido por Víctor Púa, había llegado al torneo tras una pobre clasificación, pero fue obteniendo buenos resultados y, sobre todo, mostrando buen fútbol. En la final le tocó perder con un representativo argentino repleto de figuras, pero siempre quedó la sensación de que se les podría haber ganado.
El público se identificó con aquella selección y les brindó un recibimiento a la altura: nunca antes se había visto una manifestación popular tan grande para festejar algo que no fuera un campeonato.
“No nos imaginábamos que teniendo 19, 20 años, nos pudiera suceder eso”, recuerda Cristian Callejas, capitán de aquella selección. “Una lluvia, frío, un día espantoso, y desde la salida del aeropuerto hasta la llegada al Estadio fue notable”.
Callejas rememora el honor de haber sido el capitán de ese combinado celeste, al que le tocó enfrentar y caer frente a un seleccionado que demostró, con el correr de los años, tener enormes individualidades, y también “la tranquilidad de haber dejado todo por el objetivo”.
Pocos días después la tragedia de la muerte de Fabián Perea en un accidente automovilístico marcó para siempre a esa selección, que hoy sigue siendo recordada con cariño y admiración.