Italia ayer y hoy


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Italia ayer y hoy

Un pueblo unido y con convicciones democráticas puede determinar un giro en el curso de la historia.

La “Bella Italia”, como se conoce en todo el mundo, se prepara para celebrar el gran día de su fiesta nacional. Hace 76 años, a través de una consulta popular, se dio un gran paso hacia la democracia, basada en la igualdad de derechos ciudadanos, al punto de que por primera vez se les permitió votar a las mujeres. Ese día se decretó el triunfo de la idea republicana y, en consecuencia, la caída de la monarquía. Fue allí el nacimiento de una nación, al fin unida.

Italia, una tierra a veces tan lejana, pero al mismo tiempo siempre tan cerca del corazón de muchas personas.

Italia, un país que había perdido la guerra, regresando de una triste, dolorosa y vergonzosa dictadura fascista, redimido solo por la gloriosa lucha partidista, que contribuyó significativamente a la liberación del cruel y sangriento yugo nazi-fascista. Aun así, se levantó con gallardía, y si Italia es el país que es hoy —libre, democrático, avanzado y, más que todo, maravilloso—, se debe, en gran parte, a la lucha en aquel día de 1948, cuando cambió su historia.

La monarquía había cometido el grave error de dar un incondicional apoyo a la dictadura de Benito Mussolini, que duró veinte años.  Se había llegado a un desgaste total, en una guerra dura y sangrienta. Pero en ese momento decidieron dejar atrás años de monarquía y opresión, empezando con un estado de Derecho, donde las principales instituciones fueran independientes y soberanas.

La Italia, como otros países, después de la guerra, quedo devastada, humillada y hambrienta. La elección del 2 de junio fue un no rotundo a la monarquía, un deseo ferviente de creer en la propia capacidad ciudadana para poder gobernar directamente su país. Empezar a creer en sus cualidades y fortalezas para desarrollar una nación, asumiendo la responsabilidad que conlleva, que el poder radica en el pueblo.

Gracias a esta histórica buena elección, hoy en día Italia se encuentra en la Comunidad Económica Europea y dentro de las ocho potencias más desarrolladas del mundo. Es impresionante el impulso, progreso y el éxito exponencial que se alcanzado en los años siguientes. 

Sin embargo, aunque se conmemora un día de reunificación nacional, este proceso aún no está concluido realmente, por la clara distancia de pensamiento y de mirada, en especial entre la derecha e izquierda italianas, un abismo que no debería existir entre hermanos, ni allí ni en ninguna otra nación. Y que, a pesar de eso, no impide la altura de una Italia admirada y respetada en cada ángulo de esta tierra.

Además, hay otra Italia fuera de Italia, los 50 y pico millones de migrantes italianos y sus descendientes presentes en todo el mundo, muchísimos en Guatemala, y en toda América, partícipes y protagonistas también  del desarrollo de cada uno de estos increíbles países.

Esta gran fiesta es también una celebración importante para todos los que tienen raíces italianas y se sienten identificados tanto con su país de nacimiento como también de su origen italiano. Una tierra a veces tan lejana, pero al mismo tiempo siempre tan cerca del corazón de muchas personas, que se han visto inspiradas por su arte, cultura y moda.

Italia ha dejado al mundo un legado único que nos transporta al corazón del antiguo Imperio Romano, lleno de tesoros históricos, cuna del arte, arquitectura, gastronomía, moda, industrialización, Derecho, etcétera. Pero más allá de todo esto, los ciudadanos italianos son personas de valor y determinación.

Ya ha transcurrido mucho tiempo desde el lejano  1948, y puedo afirmar que hoy existe una plena convicción democrática, radicada en el corazón de la clase política y del pueblo italiano, donde los dos pilares de acción son: democracia y desarrollo. ¡Feliz día de la República italiana!



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