Amelia Sanjurjo, la Pocha dedicó su vida a la militancia y fue consecuente con ella hasta el final


Amelia, “la Pocha”, había nacido el 23 de septiembre de 1936 y vivía en Colón, un “barrio que supo cobijarla y quererla”. Antes de ser detenida trabajaba como vendedora de libros y era una “gran lectora, siempre dispuesta a contar una historia a los chiquitos que quisieran escucharla”.

Amelia, dijo González, era “una mujer dulce, coqueta, cálida, distraída pero de gran temple. Así la describen quienes la conocieron. Paciente y tozuda con su cabello alborotado y su hablar pausado, con su infaltable sonrisa”.

“La Pocha”, continuó, “dedicó su vida entera a su militancia y fue consecuente con ella hasta el final” y “como militante era incomparable” porque “militaba día y noche”.

Ahora, con la identificación de sus restos, “Amelia vuelve a su casa, a su familia y a su pueblo”, luego de “un proceso y doloroso” que finalmente “permite llegar a la verdad de su nombre”.

“Amelia estuvo secuestrada mucho tiempo, incluso después de que se recuperaran sus restos. Sus victimarios continuaron secuestrándola”, dijo González, y preguntó: “¿Cuánto más fácil hubiese sido todo si quienes tenían la información la entregaban? Quienes la torturaron y asesinaron y la enterraron sabían que este cuerpo pertenecía a Amelia y aún así, de forma cobarde decidieron continuar callando”.

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