La crítica social en tiempos difíciles


Uno de los valores que caracterizan a la sociedad costarricense es la existencia de la crítica social, especialmente cuando se busca revocar injusticias en la relación entre el poder y la ciudadanía.

El objetivo de la crítica social es mejorar aspectos equívocos o injustos que permanecen en la sociedad o que emergen bajo nuevos esquemas de poder. El abuso del poder, el favoritismo hacia ciertos sectores y la toma de decisiones sin bases científicas amerita la crítica social enmarcada en la libertad de expresión, uno de los pilares de nuestra democracia.

Nuestro país está pasando por un período en el cual domina el abuso del poder. Abundan las represalias políticas contra quien no se alinea con el poder de turno.

Diferentes mandos han sucumbido a la tentación de usar el poder político para la represalia contra cualquiera que señale que las cosas no se están haciendo bien o que podrían hacerse de un modo diferente.

Una mezcla de temor y conveniencia motiva a personas y organizaciones, sabedoras de que las cosas se realizan mal, a guardar silencio para no enfrentarse a la estructura de poder.

Pocos comprenden que, al final, es la sociedad la que pierde al limitarse la posibilidad de mejorar. Un país sin crítica social está destinado al fracaso.

Un sector político que abusa del poder, temporalmente otorgado por la sociedad, está destruyendo la democracia. El tiempo cobrará a quienes abusaron de su puesto, pero nuestra democracia debe continuar y salir robustecida de esta prueba.

En esta etapa son fundamentales las leyes, otros poderes, la prensa, las organizaciones no gubernamentales o las comunitarias, y diferentes estructuras que limitan y controlan al poder político.

La ciudadanía misma debe estar vigilante y luchar por preservar nuestra democracia. El costo de recibir represalias políticas por ejercer la crítica social no se compara con lo que en realidad está en juego: la esencia misma de nuestra democracia y libertad.

Debemos estar muy agradecidos con nuestros abuelos, pues nuestro país posee la fortaleza de una democracia sana. La institucionalidad, defensora de nuestros valores sociales, ha salido en muchos casos a apoyar las leyes, la separación de poderes, la injusticia o la carencia de ciencia en decisiones que se pretenden tomar.

A pesar de este bache en que vivimos, ¡hay esperanza! Los diferentes poderes, las organizaciones y la ciudadanía han continuado y deben continuar en su crítica social, en el ejercicio de la democracia.

Ya sea sobre ambiente, salud, desarrollo social o economía, la crítica social debe llevarse a cabo. Los gobernantes deben aceptar y comprender las ventajas de ser criticados.

Dirigir el rumbo de nuestra sociedad no es fácil. Resulta más tentador asegurar “que no se puede gobernar” o que “no dejan gobernar”. De esta posición nace la autocracia, posición cómoda e incorrecta que destruye la democracia.

Nuestra sociedad debe entender que no existen “salvadores”, personas que solas mejorarán los múltiples problemas que nos aquejan.

Juntos, cada uno en su “trinchera”, debemos continuar aportando nuestro grano de arena a un proceso que permita seguir construyendo el edificio de nuestra democracia, de nuestra libertad.

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El autor es ecólogo marino.

Costa Rica está pasando por un período en el cual domina el abuso del poder. Abundan las represalias políticas contra quien no se alinea con el poder de turno.

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