Memorias de un director de Servicio Civil


Laboré 45 años en la Administración Pública, en diversas instituciones y cargos. Las últimas dos décadas y media trabajé simultáneamente en la Dirección General de Servicio Civil (DGSC), como director general, y en la Universidad Técnica Nacional.

Tuve una dilatada y provechosa relación con los sindicatos de diversos sectores, salvo con varios de la educación, como les dio por llamarse a comienzos del siglo para integrar en su seno a guardas, cocineras, conserjes y misceláneos, hasta un total de 15.000, y no solo a los docentes del Ministerio de Educación Pública (MEP).

Mi primera acción como director general en el 2006 fue pedir audiencia a una buena cantidad de ellos. El problema de los miles de interinos y la enorme disparidad salarial entre los poderes del Estado, las autónomas y las municipalidades tratamos de remediarlos con el plan conocido como Percentil 50-2010.

Estas diferencias siguen siendo vergonzosas, incluso tras la aprobación de la Ley Marco de Empleo Público.

Esos sindicatos pedían concursos digitales y transparentes, como en el caso de la ANEP. Pero sorprendentemente, no era compartido por la mayoría de los sindicatos de trabajadores de la educación, seguramente con la excepción de la ANDE.

Tenían en sus miembros más de 18.000 interinos, y estos estaban más contentos con la posibilidad de ser nombrados cada año, y así no tener que cederle su plaza a otro profesional, aunque estuviera mejor calificado.

La cereza en el pastel fue una discusión con un dirigente que abiertamente boicoteaba nuestros esfuerzos. Cuando le reclamé que me parecía extraño que no estuviéramos en el mismo bando en lo que a este problema se refería, me espetó: “Qué inocencia la suya. ¿Acaso no puede entender que el interino es más fiel al sindicato que una vez en propiedad?”.

Otra anécdota interesante que recuerdo de aquellos días cuando comenzaba en el nuevo cargo fue una invitación de un gerente de la Contraloría General de la República (CGR) que resultó en una mesa con buena parte de su plana gerencial.

¿A qué se debía el honor? ¡Querían presentar al nuevo director general cuando menos una década de informes, denuncias y órdenes ejecutivas incumplidas, relacionadas con el desastre del manejo en la gestión de recursos humanos del MEP!

Me revelaron cómo el sistema automatizado de recursos humanos había sido tomado y el programa fuente y el mecanismo para generar reportes, tales como las vacantes, había desaparecido. Una consecuencia fue que se pagaban hasta $8 millones más al año.

También, que los concursos para llenar las vacantes fueron manipulados durante muchos años y que el Departamento de Carrera Docente de la DGSC, ¡donde yo acababa de asumir la dirección!, era totalmente complaciente. Uno de los gerentes me hizo la pregunta directamente: ¿Con quién está usted?

Mi experiencia hasta entonces en la DGSC no incluía el ámbito docente. Mucho de lo presentado en esa reunión era desconocido para mí y mi equipo de trabajo, dado que se manejaban en una unidad incrustada en el MEP, inmersa en el secretismo y, por ende, totalmente expuesta a los manejos y costumbres que denunciaba la CGR.

Después descubrimos que los administrativos —excepto docentes, técnicos docentes y administrativos docentes— se reclutaban desde el 2002 utilizando una incipiente pero eficaz plataforma digital; sin embargo, en los concursos docentes seguían usando sistemas manuales y todo estaba centralizado en San José, provocando grandes filas y traslados desde todo el país.

A los docentes de las zonas fuera de la Gran Área Metropolitana (GAM) les encantaba, porque se suspendían las clases y viajaban a la capital en buses subvencionados por los sindicatos. Así paseaban por los centros comerciales y nadie les exigía comprobar si se habían acercado siquiera al MEP o a la DGSC.

Se convocaban —sin empleo de medios digitales— dos concursos anuales para puestos en propiedad y, aparte, a los interinos.

El concurso interino, asignado al MEP por la DGSC, era una charada, pues se recogían los papeles, pero hacía seis años que no se tramitaban, nos alertó la CGR.

Entonces, celebramos el primer concurso digital en el MEP, con muchas limitaciones técnicas y el boicot sistemático de los sindicatos, pero la participación fue multitudinaria, de más de 30.000 oferentes.

Debimos rechazar poco más de 7.000 candidatos porque no poseían ningún estudio en educación, algunos eran egresados de la secundaria.

El concurso concluyó en los primeros días de enero del 2007. La madrugada siguiente, un comando armado, que conocía la rutina de nuestro guardia de seguridad, asaltó las instalaciones de la DGSC, ubicadas en aquel entonces en San Francisco de Dos Ríos, y se llevaron el servidor y las computadoras que contenían el concurso de docentes.

Del 2008 al 2014, libramos una lucha sin cuartel por cambiar el sistema de recursos humanos, y junto con la CGR, el MEP y Hacienda pusimos en funcionamiento el sistema Integra II.

Lo que debía realizarse en dos años, nos tomó seis, sorteando todo tipo de boicots dentro del MEP y varios sindicatos.

Si a alguno de los lectores le parece que mis memorias son delirantes, lo invito a consultar la pagina digital de la CGR. Verán que me quedé corto.

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El autor es politólogo y fue director de Servicio Civil.

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