La herida del atentado en La Penca sigue abierta


La mañana del 31 de mayo de 1984, llegamos a la Redacción del periódico La Nación compungidos, con la mirada baja y sin entender todavía lo ocurrido la noche anterior.

Nos enteramos de un atentado terrorista contra la prensa nacional e internacional en La Penca, cerca de la frontera norte de Costa Rica, pero en territorio nicaragüense. Dos compañeros de trabajo fueron víctimas, y también colegas de otros medios y compañeros de la universidad.

Esperábamos instrucciones de nuestro jefe de Redacción sobre lo que debía hacer cada periodista en la cobertura de aquella tragedia.

Las noticias llegaban con cuentagotas, y nos tocaba escribir y documentar la tragedia, y preparar, con un gran nudo en la garganta y muchas lágrimas, una edición extraordinaria para dar cuenta de la atrocidad. Conforme pasaban las horas, la angustia crecía, porque recibíamos informes del estado de nuestros compañeros Edgar Fonseca y José Antonio Venegas.

Después nos enteramos de que varios periodistas y asistentes murieron y otros colegas, amigos y compañeros, como José Rodolfo Ibarra, Gilberto López, Juan Carlos Ulate, Miguel Sánchez, Carlos Vargas y William Céspedes estaban heridos.

La salud de todos nos inquietaba; sin embargo, una de las mayores preocupaciones era el periodista Nelson Murillo Murillo, pues su estado era muy delicado.

La angustia se incrementó al conocer, horas después, la gravedad del colega. No sabíamos si aquel joven de apenas 24 años que daba sus primeros pasos en el periodismo nacional iba a sobrevivir: el pronóstico era muy reservado.

Transcurrieron las horas, los días, las semanas y Nelson permanecía quemado, fracturado y con esquirlas por doquier en una unidad de cuidados intensivos.

Estuvo internado tres meses, lo sometieron a 32 cirugías, cientos de curaciones, consultas con diferentes especialistas y a un angustiante recorrido por diferentes hospitales.

Nelson sobrevivió para recordar y caminar en busca de justicia por aquel atentado que le cambió la vida. Sus aspiraciones como ser humano, hijo y profesional quedaron en sus sueños para emprender una lucha por su salud, primero, y por la justicia, después.

El 30 de mayo, se conmemora el 40.° aniversario del atentado. Nelson, Edgar Fonseca, José Antonio Venegas, José Rodolfo Ibarra y Gilberto López siguen preguntándose por qué tanta impunidad frente a un hecho del cual hubo abundantes pruebas.

La periodista estadounidense del Tico Times Linda Frazier, el camarógrafo costarricense de Canal 6 Jorge Quirós y su asistente Evelio Sequeira murieron.

La Penca nos inspira a continuar de una manera renovada y a trabajar en la defensa de los derechos humanos, la libertad de expresión y la garantía de que el Estado entienda que el periodismo es una profesión de altísimo riesgo, como lo afirma The Self-Investigation.

La Penca nos recuerda la fragilidad de la democracia y la necesidad de permanecer vigilantes ante cualquier amenaza contra los valores fundamentales que nos cobijan.

También nos debe servir como un llamado a la acción para garantizar que crímenes como estos no queden impunes y se haga justicia a las víctimas y sus familiares.

Mientras la memoria de La Penca siga viva, las preguntas sobre lo ocurrido la noche del 30 de mayo de 1984 siguen sin respuestas.

Que este oscuro capítulo del periodismo nacional no sea olvidado ni por el Estado ni por la Comisión Interamericano de Derechos Humanos (CIDH).

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La autora es periodista.

La Penca

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