El machismo y la salud de los hombres


Las mujeres, los niños y las personas adultas mayores suelen ser las víctimas de las conductas machistas, y con gran razón la mayor parte de los estudios se enfocan en esa dirección; sin embargo, los efectos sobre los hombres suelen ser pasados por alto o son poco visibilizados.

Como muestra un estudio en la revista The Lancet, publicado en el 2022, utilizando bases de datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el 27 % de las mujeres de entre 15 y 49 años que alguna vez tuvo pareja experimentó violencia física o sexual, o ambas, a lo largo de su vida, y el 13 %, en el último año.

El extremo de la violencia de género, el feminicidio, aumenta cada año. Solo en el 2022 se registraron en el mundo, oficialmente, más de 89.000 casos, por lo que la OMS la ha denominado una epidemia global; y las Américas son la segunda región en frecuencia después de África.

Por otro lado, prácticas insanas y riesgosas, descuido personal y desempeñar el papel de tipo duro significan evitar el consultorio del médico, tanto para medicina curativa como preventiva, con la consecuente disminución de la esperanza de vida; 5,8 años menos que las mujeres, de acuerdo con la Organización Panamericana de la Salud (OPS).

Buena parte de esta diferencia se atribuye a que las expectativas sociales provocan comportamientos arriesgados, descuidados y una baja percepción del riesgo.

Se calcula que en América uno de cada cinco hombres muere antes de los 50 años, y la mayoría de las principales causas de muerte, incluidas las enfermedades cardiovasculares, la violencia interpersonal y los accidentes viales, están estrechamente relacionadas con comportamientos machistas construidos socialmente. Ejemplos son el fumado, el consumo excesivo de alcohol y la conducción temeraria.

Mediciones del Instituto de Métricas y Evaluación en Salud (IHME, por sus siglas en inglés) de la Universidad Estatal de Washington, de la carga global de enfermedad, revelan que los años de vida perdidos, ajustados por muerte prematura o discapacidad, son sustancialmente mayores en los hombres asociados a esas conductas de riesgo. Las cifras varían entre los países, mas no su tendencia.

Un estudio realizado en Estados Unidos en el 2009 concluyó que los hombres con creencias y comportamientos machistas tenían un 26, un 30 y casi un 50 % menos de probabilidades de haberse efectuado un chequeo físico el año anterior, un examen de próstata o de haber acudido a servicios de medicina preventiva en el año anterior, respectivamente, comparado con los participantes no machistas.

El mismo estudio descubrió que los hombres con elevados niveles educativos, aunque con creencias de masculinidad arraigadas, no presentaron mayores diferencias en cuanto a probabilidades de procurarse atención preventiva. A pesar del paso del tiempo, estos datos mantienen vigencia.

La violencia de género dentro del mismo sexo, expresada por medio de las múltiples formas de acoso (bullying) existentes, repercute en el rendimiento académico, la deserción escolar y los trastornos mentales, como depresión, ansiedad, problemas de sueño y dismorfia, incluso las autolesiones y el consumo de drogas ilegales o relaciones interpersonales tóxicas.

En casos extremos, el machismo es causa de la ideación suicida, intentos de quitarse la vida o la concreción del acto.

Desafortunadamente, este tipo de violencia de género dentro del mismo sexo se cultiva en el seno familiar, donde se han inculcado los patrones machistas, profundamente patriarcales. Es una verdad de Perogrullo que este flagelo no se erradica de la noche a la mañana, mucho menos por decreto. Es un problema estructural que requiere un profundo desaprendizaje y denodados esfuerzos por el reaprendizaje.

Toda esa herencia memética trasladada de generación en generación debe ser cortada. No es solo un asunto de salud y calidad de vida, sino de justicia. El hombre machista, probablemente, sea una víctima del sistema de crianza, que lo vuelve victimario de los demás y de sí mismo.

Quizá, aunque no salgamos de inmediato del apagón educativo y nuestros niños no lleguen a dominar los conocimientos y competencias instrumentales y cognitivas que los currículos escolares exigen, deberíamos propiciar cambios estructura

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El autor es médico veterinario, profesor de Epidemiología en la UNA y la UCR. Ha publicado aproximadamente 140 artículos científicos en revistas especializadas.

El machismo es una construcción social.

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