Alice Munro, “La Chéjov” de Canadá


Algunos la llamaron “La Chéjov” del Canadá”. Y otros, “La Chéjov” con polleras. Alice Munro, la escritora canadiense ganadora del Premio Nobel de Literatura en 2013 y del Booker Internacional en 2009, siempre agradeció esas comparaciones con un autor al que tanto admiraba, aunque no fuera la influencia decisiva de su obra. Munro falleció anoche en Ontario y estas comparaciones fueron recordadas durante la jornada.

FOTO DE ARCHIVO: Jenny Munro, hija de la escritora canadiense Alice Munro, recoge el Premio Nobel de Literatura en nombre de su madre, de manos del rey Carlos Gustavo de Suecia durante la ceremonia de entrega del Premio Nobel 2013 en Estocolmo el 10 de diciembre de 2013. REUTERS/Claudio Bresciani/TT News AgencyFOTO DE ARCHIVO: Jenny Munro, hija de la escritora canadiense Alice Munro, recoge el Premio Nobel de Literatura en nombre de su madre, de manos del rey Carlos Gustavo de Suecia durante la ceremonia de entrega del Premio Nobel 2013 en Estocolmo el 10 de diciembre de 2013. REUTERS/Claudio Bresciani/TT News Agency

“Maestra del relato corto, su estilo es claro y de un realismo sicológico”, fue la definición de la Academia sueca. Javier Marías llegó a colocarla “al nivel de los mejores, como Chéjov, Maupassant, Borges. Su maestría está en que consigue transmitir una profunda emoción con personajes normales, en una época en la cual se privilegian los buenos o malos sentimientos que rozan la cursilería. Ella escribe sobre gente normal sin cragar las tintas, consiguiendo unso niveles de emoción profudna con poco parangón en la literatura actual”.

Pero fue Cynthia Ozick en Canadá quien la definició como “nuestra Chéjov”: esa comparación no surgía sólo por la destreza con la que Munro construyó sus narraciones, sino porque rara vez exploraba un terreno más allá de su rincón natal. S bien algunos de sus cuentos están ambientados en otras regiones canadienses –y algunos en Estados Unidos– su “mundo” se concentra en el sudoeste de la provincia de Ontario, la tierra agrícola de sus ancestos, de un presbiterianismo duro, donde valores como la honestidad, la perseverancia y la modestia parecían mezclarse con cierto desdén por el éxito público.Los hombres, mujeres (especialmente) y niños del mundo literario de Munro trajinan en los pequeños vivenes de la vida cotidiana: nacen, viven y mueren en marcos previstos y que s atraviesas sorpresas, nunca la sienten coo un eco universal.

Otro aspecto “chejoviano” –y tal vez simbolizado por el efecto de La dama del perrito del famoso escritor ruso– fue la búsqueda de un “clima” en la historia. “Escribo historias con las que la gente se identifica, tal vez sea por la complejidad y las vidas que presento. Espero que sean una buena lectura, que movilicen a la gente. Cuando me gusta un relato es porque tiene un efecto”, admitió.

Un párrafo que podría asociarse al talento chejoviano: “… y necesitaba que él la amase, pero junto al amor, casi todo el tiempo, se oía un leve zumbido de odio. Por eso ofrecerlo en trato a él habría sido repudiable. Y además, inútil”.

Un debut, una novela y una carrera

Su primera recopilación fue La danza de las sombras felices (Dance of the Happy Shades, 1968), que comprendía relatos escritos en los quince años anteriores.

La vida de las mujeres fue su única novela, aparecida en 1971, mientras Secretos a voces, Escapada, Demasiada felicidad, Mi vida querida y fundamentalmente La vista desde Castle Rock cimentaron su celebridad.

Otras de sus recopilaciones fueron Las lunas de Júpiter, Progreso de amor, Secreto a voces, El amor de una mujer generosa, Odio, amistad, noviazgo, amor, matrimonio. Algunos de sus cuentos fueron llevados a la TV, como Lejos de ella (2006) protagonizada por Julia Christie con la dirección de Sarah Polley.

Comentó la británica Hilary Mantel: “Expandió el género de memorias más allá de los confines de una vida. Allí se aprecia todo el estilo de Munro, sus formas narrativas, que proceden como un oleaje, la perdurable rescada de los intercambios humanos”.

Pero su reconocimiento internacional ya asomaba en 1982, cuando se publicó Las lunas de Júpiter: una mujer visita a su padre enfermo en el hospital y se entera de que tiene pocas chances de sobrevivir. En el intento de reconciliación con el padre, se da cuenta de que la distancia que los separa es la misma que la separa a ellas de sus propias hijas.

La escritora canadiense Alice Munro es fotografiada en casa de su hija durante una entrevista en Victoria, B.C. el martes 10 de diciembre de 2013. (AP Photo/The Canadian Press, Chad Hipolito) La escritora canadiense Alice Munro es fotografiada en casa de su hija durante una entrevista en Victoria, B.C. el martes 10 de diciembre de 2013. (AP Photo/The Canadian Press, Chad Hipolito)

De todas sus obra, tanto La vista desde Castle Rock como Mi vida querida se basan en experiencias reales, según explicó la escritora. En el primero de esos volúmenes se incluye “Bajo el manzano”, una historia de iniciación: allí una adolescente vive sus primeros romances con un extraño chico del pueblo, mientras asiste a una revelación: el descubrimiento de la lectura. Y en el cuento siguiente “Ayuda doméstica”, avanza en ese descubrimiento. En Mi vida querida se cuenta la historia de “Llegar a Japón”, donde resume la distancia y la melancolía que atenúan las emociones del pasado.



Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *